Estoy echando cuentas con mi calculadora digital y me salen rosarios, juramentos, esfuerzos supremos para no ahogarme en mis propios pensamientos analógicos. Me asusta tanto lo que acaba de hacer la clase política americana en general dotando de sesenta y cuatro mil millones de euros más al criminal Bush para continuar con las invasiones de Irak y Afganistán, que al comparar esta cifra con la deuda exterior de toda África, resulta que es superior este gasto militar extraordinario. Es decir que para mayor espanto, se suma al gasto militar ordinario americano que es absolutamente desorbitado. La capacidad de matar, destruir, aniquilar, en este momento histórico del imperialismo americano es el más salvaje de toda la historia de la humanidad.

Claro, ahora me doy cuenta, este artículo quizás sea un poco desviacionista, lo que debería hacer un buen ciudadano es estar echando cuentas electorales, contando votos, no votos, anulados, servibles e inservibles, o comprobando la clasificación de la Liga para ver qué terremotos emocionales pueden afectarme, pero cuanto más asumo la cantidad de miles de millones de euros que se van a utilizar para una guerra vengativa, imperialista y totalmente terrorista, más me parece todo absolutamente insignificante. ¿Es normal el silencio universal de los dirigentes políticos, de los intelectuales, tertulianos, paniaguados o de serviles medios de comunicación? ¿Nos vamos a quedar tan panchos, suponiendo que se trata de algo que no nos afecta porque sucede a unos miles de kilómetros y están atacando a los talibanes o a la denominada insurgencia iraquí?

La capacidad de amedrentar, de aniquilar cualquier noción de democracia o de justicia de ese ejército invasor, es algo que nos toca a todos. Directamente. Es un insulto a la inteligencia, un auténtico crimen de lesa humanidad, destinar tal cantidad de dinero a la guerra y dejar a millones de seres humanos morir por hambre o por falta de fármacos. Si no hacemos nada inmediatamente, nos convertiremos en cómplices. A su capacidad de impostura debemos contestar con una capacidad superior de movilización y de rechazo global a este descaro imperialista.