GARA > Idatzia > Gaurkoa

Floren Aoiz

Baile de datos a la sombra de un proceso en crisis

El escrutinio, en los casos del Parlamento de Nafarroa y del Ayuntamiento de Iruñea, se desarrolló de forma especialmente lenta; a pesar de ello, lo escrutado apenas dos horas después del cierre de los colegios electorales permitía un somero análisis de las tendencias. Unas tendencias que, en opinión de Floren Aoiz, permiten hablar de un alto porcentaje de votos en clave de proceso.

Estas han sido unas elecciones peculiares, pues el proceso ha sido a la vez el principal protagonista y el gran ausente. Ya cuando se tuvo noticia del alto el fuego de ETA en marzo de 2006, resultaba evidente que las elecciones municipales y forales de este 27 de mayo se convertirían en un mojón del camino, fuera éste en un sentido o en otro. En la medida en que han ido tomando cuerpo los presagios más pesimistas, se ha desvirtuado lo que podía haber sido una magnífica ocasión para apuntalar el proceso, arrinconar a sus enemigos, facilitar nuevos pasos, y generar un plus de ilusión social que lo blindara ante las inevitables dificultades de una empresa de estas características. Por desgracia, los comicios se han celebrado en un clima marcado por la negativa del tándem PSOE-PNV al avance del proceso, una negativa que ha llegado al extremo de recuperar la estrategia del pucherazo para impedir una acción política normalizada de la izquierda abertzale.

Y es que, en realidad, la decisión de impugnar todas las listas de Abertzale Sozialistak y buena parte de las de EAE-ANV, no puede analizarse fuera del contexto de una decisión firme de las direcciones de PSOE y PNV, expresada de un modo tan clarificador como desolador en su respuesta negativa a la propuesta de la izquierda abertzale. Pero si esa respuesta es descorazonadora, aún lo es más comprobar que la alternativa que proponen de común acuerdo ambos partidos no es otra que una especie de reedición de la liquidación de ETApm-EIA-EE.

Ahora bien, si la ilegalización de candidaturas ha logrado desvirtuar el proceso electoral, no por ello ha logrado impedir la expresión de la fuerza social de la izquierda abertzale. Si ya a lo largo de la campaña se habían observado síntomas de que la izquierda abertzale goza de muy buena salud, los resultados, buenos donde las listas de EAE-ANV eran ilegales y -en términos generales, según los datos de que disponemos a la hora de cerrar este análisis- muy buenos allá donde concurría con candidaturas legales, demuestran que la realidad es terca, pero también sugieren algo más, en la medida en que allá donde PNV y PSOE concurren sin antifaz (el caso de Nafarroa es diferente) obtienen resultados que empeoran los anteriores. En una primera estimación, podemos afirmar que la sociedad vasca ha votado en clave de proceso y ha votado proceso. Lo ha hecho castigando a quienes aparecían como enemigos de una solución política, UPN y PP, y respaldando el compromiso de la izquierda abertzale con un escenario de paz.

En estas elecciones todo era importante, pero Nafarroa era para todos los agentes determinantes en el escenario del proceso lo más importante. Lo era porque la territorialidad ha sido una de las claves del bloqueo del proceso y porque el desgaste de UPN y, en un plano más profundo, del marco de la partición, había alentado unas amplias ilusiones de cambio. La decisión de impugnar las listas de Nafarroako Abertzale Sozialistak y EAE-ANV al Parlamento Foral fue todo un síntoma de la voluntad del Gobierno español, pero también un vergonzoso ejemplo de la confluencia de las estrategias políticas y los intereses partidistas. El PSOE decidió regalar a Nafarroa Bai una alfombra roja, dejando a la izquierda abertzale sin representación institucional, mediante una decisión consensuada con el partido de Imaz. Y, por si cabía alguna duda de esta determinación, en sus alegaciones ante el Tribunal Constitucional, los apéndices del Gobierno centraban su atención en la lista al Parlamento Foral, para dejar claro que en el caso de que este Tribunal decidiera revocar alguna de las impugnaciones, no se le pasara por la cabeza hacerlo con la lista navarra.

Tanto PSOE como PNV que, a diferencia de otros, disponen de recursos para manejar encuestas fiables, eran conscientes de que la izquierda abertzale iba a volver al Parlamento Foral, convirtiéndose en un agente imposible de marginar en cualquier nueva alianza política. Y sabían que la izquierda abertzale iba a actuar con responsabilidad utilizando su peso institucional para forzar compromisos de apoyo al proceso y obtener garantías de que se afrontaría el cambio político que la ciudadanía navarra demandaba.

No puede pasarse por alto que estamos hablando de un papel protagonista que la sociedad navarra habría otorgado a la izquierda abertzale, por lo que el pucherazo que se ha cometido nos muestra a sus responsables en la desnudez de su talante antidemocrático: si lo que pueden traer las urnas no nos conviene dejamos fuera a la izquierda abertzale y punto. Lamentablemente, la dirección de Nafarroa Bai ha desaprovechado la oportunidad histórica de actuar con responsabilidad ante una situación tan escandalosa, y ha preferido beneficiarse de ella, a sabiendas de se iba a convertir en un catalizador del deseo social de cambio e, incluso, en una expresión del anhelo popular de que el proceso avance, lo que no deja de ser una paradoja, dada la responsabilidad del PNV en la crisis del proceso.

Nafarroa Bai ha sido el recipiente de miles de votos por el cambio político, y también de una apuesta por el proceso. Y no porque sus líderes hayan apostado por esa vía, sino porque mucha gente ha decidido dar su apoyo a una opción que tenía asegurada su presencia legal en los comicios y que había sido convertida por los medios de comunicación en la niña bonita de estas elecciones. La sociedad expresa sus aspiraciones mediante actuaciones de difícil interpretación, pero no por ello menos significativas.

Los datos obtenidos por EAE-ANV en localidades navarras en las que participaba legalmente, resultados que en algunos casos superan el techo de Euskal Herritarrok en 1999, demuestran que la ilegalización ha distorsionado notablemente los resultados, tanto que cualquier análisis que no parta de la constatación de esta realidad satisfará, sin duda, la autoestima de los líderes de Nafarroa Bai, pero no se corresponderá en absoluto con la realidad.

Así las cosas, y sin contar en el momento de redactar este artículo con datos fiables, estas elecciones habrían aportado una fotografía distorsionada, pero en la que puede percibirse con claridad la exigencia de una solución política y el rechazo a la Ley de Partidos y a la estrategia represiva en general. Queda ahora tiempo para el análisis pormenorizado, que habrá que hacer con rigor, pero si alguien esperaba que estas elecciones sirvieran para avalar la tesis de una izquierda abertzale en crisis o cuya posición ante el proceso era considerada como maximalista, la realidad le ha dado una sonora bofetada.

Especial atención merece lo ocurrido en Nafarroa, donde los resultados de las elecciones al Parlamento no reflejan en absoluto la realidad social. Esta indiscutible evidencia va a condicionar el proceso para la formación de un nuevo gobierno. Pero hay algo que nadie debe olvidar: la sociedad navarra ha votado cambio y ha votado proceso.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo