Hablemos de democracia
Cada cuatro años, normalmente, se llama a la ciudadanía, para que emita sus preferencias, según el tipo de elección que sea. Esa es una de las bases de cualquier tipo de democracia: que todas las personas que residen en una determinada región o estado puedan acudir a unas elecciones en las cuales presentarse sea totalmente libre, y conceder el voto a quien se prefiera, también.
Así nos lo empezaron a enseñar y machacar en Hego Euskal Herria hace justo treinta años y, casualmente, existía el mismo problema que hemos tenido en estas elecciones: que en realidad no todos se podían presentar y el voto había que dárselo «a lo que quedaba». Después la cosa cambió, mejoró y luego empeoró notablemente, para llegar a la situación de principio, en junio de 1977: la izquierda abertzale impedida de presentarse a unas elecciones y el proceso de resolución del conflicto político con España, sin desarrollar. Entonces, como ahora, era importante que la izquierda abertzale cosechara muy malos resultados. Siguen esperando lo mismo, a pesar de lo sucedido, nuevamente, en estas elecciones del 27 de mayo de 2007.
Estos últimos días, PNV, PSOE y alguno más animaba a la población a que fuera a votar, a que no se abstuviera, conscientes de las previsiones a la baja que se estaban barajando. Las previsiones se han cumplido, desde luego, pero, con un proceso electoral en el que no se sabe quién se puede presentar y donde los temas a debate son tratados de una forma tan ligera, ¿qué otra cosa se podía esperar? La diferencia que marca en este aspecto Navarra es indicativa de que cuando no hay temas candentes, la abstención sube, por más que se anime a la población a ir a votar.
Sin poder contar con datos definitivos a la hora de finalizar este análisis, las elecciones en España arrojan un saldo favorable al PSOE en votos, aunque en Madrid gana, con diferencia, el PP. Es preocupante el dato de Madrid, porque lo que en realidad parece importar a PP y PSOE es la capital española, y bastante menos España. Y es preocupante, porque todos los discursos de confrontación y crispación con relación a la situación vasca proceden de círculos madrileños. ¿Mirará el PSOE su situación general o pensará que sin Madrid no hay nada?
En Euskal Herria, el PNV ha cosechado malos resultados, en general. Las elecciones municipales siempre permiten mostrar una o varias alcaldías, pero las previsiones a la baja que estaba barajando el PNV durante la campaña se han cumplido. Unidos a los datos de EA, casi nunca consiguen repetir los resultados de hace cuatro años. Con su política actual, el PNV está en mucha mejor posición que hasta ahora para poder negociar con el PSOE (y con el PP en su momento), pero eso sucede perdiendo volumen electoral. Los datos no hacen más que demostrar lo que se suponía, que un PNV con miras abertzales cosecha más votos, pero pierde posibilidades de negociación, algo fundamental para ellos; sin embargo, cuando vuelve la cabeza hacia Madrid, gana capacidad de negociación pero pierde votos, y con ello, capacidad de negociación. Los años 2000 no son los 80 y 90, en que podía compatibilizar ambas vertientes. Sus reflexiones internas aclararán la dirección a tomar.
El PSE y PSN obtienen buenos resultados, en general. Y el PP y UPN se mantienen o ceden ligeramente. Un análisis más sosegado nos mostrará si la bolsa electoral de ambos ha ascendido a costa de la abertzale, del PNV en concreto. Siguiendo con la madrileña visión de la realidad del PSOE, ¿le servirá de algo comprobar que con sectores proclives a un proceso de negociación también se pueden obtener buenos resultados? Y por otra parte, la falta de despegue total del PSE-PSN, ¿será debida a la visión madrileña que atenaza a estos dos partidos? En cuanto al PP, es de suponer que estos datos le animarán a seguir en su política de hasta ahora.
La coalición Ezker Batua-Aralar surgió entre alguna fricción y no parece haber cuajado: se mantienen o descienden ligeramente. Ha sido un nuevo intento de coalición fracasado, aunque en el caso polarizado navarro le ha dado buenos resultados.
EA pierde, como sabía, pero en estos casos lo definitivo suele ser la segunda cita electoral. Tenía que dar el paso de presentarse por separado, y no lo hizo en el mejor momento, pero tal vez sí en el último. Ahora queda ver si esta bajada se mantiene, o se le puede dar, de alguna forma, la vuelta. De ello dependerá su futuro.
EAE-ANV, finalmente, sube, y mucho, también como estaba previsto. Los miedos que PNV y PSOE tenían al tirón abertzale eran ciertos, porque se superan con creces los datos de hace cuatro años. Es significativo que en aquellos pueblos donde nuevamente se contaba con candidaturas ilegalizadas, el índice de voto nulo haya subido. Parece increíble y digno de estudio electoral que, pasados cuatro años de elecciones anti-democráticas, se llegue a superar aún el resultado anterior. Además, en aquellos pueblos en los que esta vez sí se contaba con una candidatura legalizada, el ascenso no es ligero, sino que ha sido considerable con respecto a 2003.
Hay que volver a decirlo, aunque no se lo terminen de creer, pero la política represiva del PSOE y PP, con la colaboración del PNV, da para lo que da: mucho sufrimiento y poco rédito político. La izquierda abertzale tiene los objetivos bien claros, los estratégicos y los tácticos. Y son públicos. Su fuerza es ésta, y bastante más en condiciones democráticas, además de su militancia. ¿Quedaba alguien por saberlo?
Podemos valorar los resultados obtenidos por los subes y bajas de cada partido. Ello vendría a significar el grado de apoyo popular que ha recibido cada uno, y sobre todo, cómo ha cambiado durantes estos cuatro años. A algo así aspira la izquierda abertzale, pero de momento aspira, no puede entrar en ese juego. Y encima se le acusa de falta de democracia.
Es sangrante lo que está sucediendo con la Ley de Partidos y la actitud de los partidos políticos no afectados por dicha ley. Dejando a un lado el PP, que lo tiene claro, y el PSOE, que no lo tiene tan claro y se embrolla en sus mismas contradicciones, el resto de partidos critica o condena la ley y toma dos posturas diferentes: la de los que la critican, pero a la vez acusan a la izquierda abertzale de no hacer lo posible para presentarse, y la de los que pasan por encima de ella sin hacer demasiado ruido.
Esas son las posturas políticas, acordes cada una a la visión de cada partido, pero lo que no queda claro, y es lo sangrante, es qué se supone que tiene que hacer la izquierda abertzale en una situación así. También la izquierda abertzale tiene derecho a tomar una posición, pero parece que estos últimos partidos lo que sugieren es que, lo que le toca hacer a la izquierda abertzale, es quedarse sentada a ver cómo transcurre el proceso democrático. Es decir, ¿tiene derecho la izquierda abertzale a protestar durante la campaña de la injusticia de la situación? Desde un punto de vista democrático, está clarísimo que sí. Pero entonces, ¿a qué viene tanta protesta de los partidos y de medios de comunicación por ello? ¿Es antidemocrático protestar?
Eso es lo que tienen que resolver esta formaciones que no aceptan la Ley de Partidos. ¿Existe el derecho a protestar o no? Y transcurridas las elecciones, ¿tiene la izquierda abertzale derecho a protestar o no? ¿Tiene la izquierda abertzale derecho a reivindicar los concejales, junteros y diputados que la Ley de Partidos les roba? Mucho se podría hacer para crear un clima más cordial que el vivido en estos últimos meses y que el vivido en estos cuatro últimos años. Pero ello exige compromisos por parte, al menos, de quienen están en contra de la Ley de Partidos.
Finalmente, el enorme respaldo de votos cosechado en las elecciones de ayer debe conllevar una manera diferente de acción institucional por parte de los cientos de cargos obtenidos por la izquierda abertzale. Tiene que ser una acción que no pierda en ningún momento su condición de abertzale y de izquierda y que sea capaz tanto de hacer ver la importancia que el proceso de resolución del conflicto con España y Francia tiene, como de demostrar que es capaz de desarrollar políticas alternativas válidas para los sectores populares de Euskal Herria.