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Raimundo Fitero

Teleshock

Vemos una manifestación de Mossos d'Esquadra pidiendo inmunidad para la tortura; a sus compañeros policías alemanes pertrechados y armados hasta los dientes, majando a palos a los manifestantes antiglobalización y en contra del capitalismo feroz, y a renglón seguido el estreno de un programa en la primera estatal titulado «El Gong Show». En su conjunto nos proporcionan un auténtico teleshock, que me presumo debe tener efectos en las conexiones nerviosas del hipotálamo tan destructivas como cualquier fármaco o electroshock de siquiatría decimonónica.

Obviamente hay otros efectos disuasorios de la deontología, como es el seguimiento televisivo pormenorizado del traslado (¿se le podría llamar secuestro?) de Iñaki de Juana Chaos desde el hospital a la prisión de Aranjuez. Se han visto secuencias de la salida, de la parada en una gasolinera, de su paso por el peaje, de su entrada en el penal. Esto no sucedería si esto se atuviera a derecho y no fuese, como lo es, una simple venganza política o una rabieta de Rubalcaba, pero, todo encadenado, forma un cordón de opresión a cualquier atisbo de sentido democrático.

Hablaba del teleshock, y en términos catódicos lo de la primera es absolutamente impactante. Produce lo que técnicamente se llama TEC, Terapia Electro Convulsivante, y lo hace rescatando una fórmula antiquísima como es la de reírse de los demás haciéndoles mostrar sus supuestas habilidades en un plató. Es algo de mediados del siglo pasado, que en la propia TVE se llamó en una ocasión «El semáforo» y que ahora con Paz Padilla de presentadora está destinado a un nuevo fracaso de audiencias, porque parece obvio que el equipo directivo del ente público busca su disolución y ha perdido definitivamente cualquier atisbo de acercarse a la realidad que les circunda social y televisivamente hablando. Frikis a espuertas. Algo convul- sivante, sin lugar a dudas, y un desliz de Padilla al presentar a un tipo que aseguraba que su perro tocaba el piano, hace una gracia y dice, « Vuélvela a tocar Sam»; en la película era un blanco y un negro, aquí un blanco y un perro. ¿No es desternillante este chiste racista?

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