Cuando la protesta creativa se impone a la razón de la fuerza
Una persecución digna de Hollywood: un potente barco policial persigue a toda velocidad a tres pequeñas lanchas por el mar Báltico. Desde las cámaras de un helicóptero las imágenes llegan a las casas en directo. Estas vez su mensaje es más positivo que las imágenes de los disturbios que fueron televisados desde Rostock: la protesta creativa ha superado la razón de la fuerza. No sólo el mando policial ha perdido la orientación, sino también los medios.
Ingo NIEBEL |
La policía alemana dio ayer la alerta máxima cuando la organización ecologista Greenpeace invadió con tres lanchas rápidas la zona de máxima seguridad. Acto seguido, el mando policial activó su dispositivo marítimo para evitar que los intrusos llegasen hasta la playa donde se encuentran reunidos los ocho jefes de Gobierno que componen el grupo de los estados más industrializados del mundo, el G8.
La policía marítima y los ecologistas escenificaron una persecución digna de una película de acción. Los activistas se detuvieron en el acto cuando el barco patrulla hundió una de las lanchas, aplastándola. Dos activistas resultaron heridos y tuvieron que ser trasladados a un hospital. Antes de ser detenidos, sus compañeros mostraron una pancarta que ponía: «G8, actúa ahora». Todas estas escenas fueron grabadas desde un helicóptero de televisión.
Las imágenes no sólo dieron fe de un coraje cívico sino también expusieron el dilema del mando policial: si no fuera por el sentido común de los antiglobalizadores las cosas podrían haber ido a peor porque al final fueron ellos los que siempre se retiraron. Quedó grabado en vídeo como los manifestantes entregaron a la policía un «agente provocador» que se había disfrazado de «autónomo».
Así se logró evitar nuevos brotes de violencia, y la protesta pacífica logró recuperar el prestigio perdido a consecuencia de los disturbios que se registraron el pasado fin de semana en Rostock. Ayer los medios institucionales analizaron a fondo las tácticas con las que los manifestantes habían burlado la presencia de 16. 000 agentes en la zona.
Recurriendo a la táctica guerrillera de formar varias columnas que avanzan por separado para en un momento dado unirse, lograron despistar a la Policía y llegar hasta la valla de protección. Los antiglobalización consiguieron también cortar todos los accesos a la zona de seguridad. En uno de ellos la policía se abrió el paso con un cañón de agua. Detuvo a cientos de personas.
Bloqueo a los periodistas
Las protestas afectaron asimismo al trabajo de los periodistas: debido a un bloqueo éstos ya no podían ir en el trenecito que les llevaba al centro de prensa sino que tenían que utilizar los barquitos de los zapadores.
La visión militarizada de algunos quedó patente cuando el canal informativo N-TV habló de manifestantes «militarmente cuadrados y adiestrados» cuando en las tomas se veía a gente sentada haciendo ejercicios de gimnasia, siguiendo las instrucciones de uno de ellos.
A cambio, el principal sindicato de la Policía alertó de que los agentes estaban tan cansados «que no pueden garantizar nada de nada».
La Iglesia Protestante se solidariza con la contra cumbre de Rostock. En Colonia los cristianos protestantes celebran su encuentro internacional. Hablan de la pobreza en el mundo y del diálogo con el Islam.
«Tu voz contra la pobreza» era el lema del concierto que reunió ayer a varios miles de personas en Rostock. El evento empezó a las dos de la tarde y duró seis horas. Lo protagonizaron músicos tan diversos como Bono y Bands Seeed por un lado, y los alemanes Die Toten Hosen,
Silbermond o el popular cantante Herbert Grönemeyer por el otro. Además intervinieron músicos africanos. El objetivo del festival era conseguir que más personas luchen contra la pobreza en el mundo. A parte de la música se proyectaron cortometrajes del P8. Detrás de esta denominación se esconden los ocho países más pobres del planeta: Mali, Uganda, Mozambique,
Zambia, Bangaldesh, Camboya, Nicaragua y Bolivia.
Dado que los organizadores esperaban la llegada de unas 70.000 personas, las autoridades optaron por instalar varias macropantallas en determinados lugares. Sin embargo, la Policía tuvo que ordenar el cierre de estos lugares porque carecía de personal para protegerlos. La situación se complicó porque las autoridades habían negado una manifestación a los neonazis «por razones de seguridad». Los medios difundieron la noticia de que la Policía les había facilitado detallada información sobre el armamento almacenado para repeler posibles agresiones fascistas.