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Maite SOROA

Los límites de su «democracia»

Ahora que Rajoy y Zapatero se han vuelto a hacer amiguitos, los propagandistas del neofranquismo se han puesto farrucos.

Ayer en «La Razón», el especialista Jesús María Zuloaga empezaba a advertir los límites que tiene la espesa democracia a la española: «Una rueda de prensa en la que se defienden las tesis independentistas de ETA no es, por supuesto, un atentado, pero forma parte de la acción general de la banda». Decía más: «Una alteración para impedir la normal constitución de los ayuntamientos, no es un secuestro pero también se integra dentro de esos mismos planes». Nada de algaradas. Orden y punto. Como en los viejos buenos tiempos... Y eso de manifestarse... ni pensar: «Una manifestación para reclamar las exigencias por las que los pistoleros han asesinado a más de ochocientas personas, no es, obviamente, un coche bomba pero busca, de forma distinta, los mismos efectos». Y una lata de berberechos no es un solomillo al foi pero, también, busca paliar el hambre. ¡Vaya memez!

Y después de acotar los límites de la democracia a la española, en la que no se podrán dar ruedas de prensa, protestar ante los ayuntamientos, manifestarse por las calles, concentrarse en silencio... el especialista de de «La Razón» advierte a ZP de que «está muy bien que el Gobierno, ya era hora, se apunte a derrotar a ETA, que constituye un sonoro titular de prensa, pero para conseguirlo hay que combatirla en todos sus frentes. No basta con desarticular los `comandos' o desmantelar su infraestructura en Francia. La banda es un conjunto de organizaciones, un entramado criminal que obedece a una sóla dirección». O sea, más de la medicina de Aznar, que no les sirvió para nada.

Pero como no hay peor asesor que un frustrado o fracasado, Zuloaga insiste: «Es hora de que el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, que en esto va a contar con todo el apoyo del Partido Popular, se decida a realizar un combate global del terrorismo y que empiece de forma inmediata. Cualquier tolerancia, por dejadez o por conveniencia, sería perpetuar el error cometido hasta ahora. Y si para ello tiene que renunciar a las alianzas con otros partidos, que lo haga. En este viaje sólo convienen buenas compañías». Pues si fuera ZP empezaría por renunciar a la del especialista de «La Razón».

 

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