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¿El PSOE es socio o adversario del nacionalismo vasco?

El pacto con el adversario busca establecer las reglas de juego comúnmente aceptadas que permitan que la convivencia sustituya al enfrentamiento. Con los pactos de gobierno los distintos se convierten en socios porque lo que les une es, al menos coyunturalmente, más que lo que les separa

Iñaki IRIONDO

Hasta la guerra más cruel puede acabar con un pacto entre adversarios. Será un acuerdo para establecer las reglas de juego comúnmente aceptadas que permitan que la convivencia sustituya al enfrentamiento. De ello habló Arnaldo Otegi en Anoeta el 14 de noviembre de 2004 cuando, advirtiendo que «hacer la paz es más difícil que hacer la guerra», invitó a «buscar una alianza con los adversarios y la complicidad de los enemigos».

Hay otro tipo de pactos, los que se hacen con los próximos para, dentro de las reglas de juego existentes, gobernar conjuntamente un territorio por un tiempo determinado. Y de esta forma los distintos se convierten en socios porque lo que les une es, al menos coyunturalmente, más que lo que les separa.

En estos días, la evidencia de que sigue estando lejano el acuerdo entre adversarios para establecer en Euskal Herria una reglas comunes que permitan una convivencia en verdadera democracia está coincidiendo en el tiempo con la búsqueda de pactos para garantizar la gobernabilidad más o menos cómoda de ayuntamientos, diputaciones y del ejecutivo foral navarro. Las fórmulas que se barajan son diversas y distintas según las instituciones. Algunas son conocidas y experimentadas y otras, novedosas y experimentales. Tan experimentales que sólo parecen posibles en el laboratorio, al margen de la realidad política diaria.

Algunas de esas fórmulas pretenden asociar al PSOE y a diversos representantes del nacionalismo vasco (PNV, EA o Nafarroa Bai). La pregunta a responder ante esta hipótesis es si pueden ser socios, por ejemplo, en la Diputación de Gipuzkoa partidos que han propuesto un nuevo Estatuto para la CAV y quienes le cerraron la puerta sin debate en Madrid; quienes dicen defender los derechos humanos y quienes permiten torturar en los cuartelillos; quienes dicen que los presos deben estar cerca de sus familiares y quienes los alejan, aíslan y construyen imputaciones contra ellos; quienes aseguran estar contra la Ley de Partidos y quienes prohíben partidos; quienes redactan normas forales amparadas por el Concierto y quienes las impugnan y desatienden ante la UE. ¿Es ello posible? Sabemos que lo fue durante un tiempo y eso que todavía humeaban los últimos atentados de los GAL. ¿Será posible hoy también? Es decir, si la base del nacionalismo vasco es defender los derechos nacionales de Euskal Herria ¿puede éste volver a asociarse con quien desde el poder conculca esos derechos, sin haber resuelto antes ese escollo? Y cuando prohíban el próximo partido ¿qué? ¿Y cuando cierren el siguiente periódico?

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