Ayer comenzó en La Habana el V Congreso Internacional Cultura y Desarrollo, foro que cuenta con cientos de participantes 65 países de América Latina, el Caribe, Europa, Africa y Asia, y representación institucional de alto nivel. El Congreso, bienal, cuenta con el patrocinio de la Unesco, la Organización de Estados Iberoamericanos y de otros organismos internacionales, además del Ministerio de Cultura cubano. La llamada a defender la diversidad cultural dio comienzo al foro. Esa llamada refleja una forma de entender la expresión cultural muy diferente de la que los poderosos globalizadores del mundo, con su tendencia a la uniformización, ofrecen. La reflexión planteada en ese foro en torno a la diversidad cultural no es baladí, porque la afirmación de que la diversidad es riqueza es, o debería ser, algo más que un eslogan. Y el llamado encuentro de culturas, por el contrario, a menudo resulta ser un proceso de asimilación e imposición de una cultura supuestamente superior. El Congreso ayer inaugurado en La Habana transmite una forma opuesta de entender ese encuentro de culturas, más acorde con lo que sugiere esa denominación: intercambio de expresiones, lo cual conlleva un conocimiento mutuo y entre iguales, riqueza y creatividad más allá del tópico.