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juan mari eskubi arroyo Bilbo

Neoliberalismo privatizador

El nuevo presidente de la patronal española CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, al tomar posesión de su cargo manifestó: «La mejor empresa pública es la que no existe», y defendió la externalización de la gestión de los servicios públicos. Estas rotundas declaraciones muestran el interés de los capitalistas neoliberales por imponernos su sistema socio-económico. En Euskal Herria existen poderosos correligionarios que controlan instituciones y cierto sindicalismo. Por su culpa se hallan en grave peligro: la sanidad, la seguridad social, las pensiones, la vivienda para la demanda insolvente, el trabajo, la salud laboral, la enseñanza, el transporte público, el ciberespacio... La injusta rebaja de impuestos les ayuda en su cruzada.

El neoliberalismo se sirve de eficaces instrumentos para globalizar sus negocios: BM, FMI, OMC... El neoliberalismo no es un régimen que defienda el bienestar de las clases populares, ni que favorezca el justo reparto de la riqueza entre ca- pital y trabajo, ni que se preocupe porque algunas industrias explotan a niños y mujeres o destruyen el medio ambiente; es todo lo contrario. Y por si fuera poco, los estados del G8 saquean al Tercer Mundo, al que empobrecen robándole los recursos, controlando sus economías por la fuerza de las armas y condenando a millones de nativos a emigrar. Estos países ya fueron expoliados y masacrados por las hordas imperialistas europeas durante la colonización... ¡que los papas santificaron!

El neoliberalismo se apropia de los beneficios y socializa los costes medioambientales de sus empresas, utilizando la naturaleza como suministradora de materias primas y vertedero para sus residuos. El neoliberalimo se sirve de las instituciones para privatizar, a su favor y a bajo precio, el valioso patrimonio público obtenido con el sacrificio y esfuerzo de varias generaciones de trabajadores. Impone proyectos estratégicos agresivos que sólo favorecen a una insaciable y corrupta minoría. La construcción de nuevas infraestructuras requiere enormes cantidades de piedra caliza que se extrae, con fuerte impacto, de valiosos enclaves naturales de Euskal Herria. Los gobiernos autonómicos reprimen con dureza la oposición al TAV, Itoiz, Boroa, Pasaia, Supersur, incineradoras... convirtiendo el rechazo en conflicto de orden policial.

La lista es interminable. Lo llaman democracia. Sólo nos salvará la movilización.

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