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Martin Garitano Periodista

No es lo mismo legal que legítimo

El sábado asistiremos, otra vez, a la gran farsa de la democracia a la española. Casi trescientos cargos elegidos por los ciudadanos verán que la fuerza del Estado les impide asumir las responsabilidades que les han sido encomendadas. Y veremos a otros tantos ciudadanos que no elegimos ocupar las concejalías, las actas en las Juntas Generales o el butacón del Parlamento Foral de Nafarroa.

Serán cargos legales todos ellos, nombrados de acuerdo a la legalidad vigente, corrupta, viciada de origen y que sólo genera crispación y desengaño. Serán, digo, legales. Pero no legítimos.

El debate que ahora se abre sobre el alcance de lo legal y lo legítimo se salda con la cifra de los de concejales, junteros y parlamentarios hurtados a la voluntad popular. Con un matiz necesario: el cálculo del diferencial entre el porcentaje de voto obtenido por ANV allí donde su lista ha pasado el filtro de la legalidad y el emitido donde la candidatura había sido depurada indica a las claras que los 187.000 votos de Acción Nacionalista Vasca hubieran sido muchos más. No es exagerado pensar que hubieran rondado los 250.000. Y mayor, en consecuencia, el número de electos a los que se hurta su derecho a ser elegido y representar a sus convecinos.

Mentiría si proclamara ahora que todo eso estaba cantado. Pensé por un momento que Zapatero trataría de no cerrar todas las puertas al entendimiento, así sea en un futuro, pero está claro que me equivoqué. Como tantos otros. De lo que no me cabía duda era de lo que vendría a decirnos el Gobierno de Ibarretxe cuando la farsa se consumara. Lo hizo de forma magistral su portavoz, encargada de la difícil tarea de defender lo uno y su antagónico a un tiempo. Habló Miren Azkarate de la defensa -uno, si ironiza, adivina que numantina- de «los derechos civiles y políticos de todas las personas para elegir y ser elegidos», para matizar que no tiene «duda sobre la legitimidad» de las trescientas personas que van a ocupar los cargos para los que otras fueron elegidas. Y nadie le ha repetido el refrán que sentencia que no puede estarse a la vez en la procesión y repicando. Hay que optar. Y ahí se encuentra incómodo Ibarretxe.

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