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Paco Roda, Montxo Armendariz, Puy Oria, Aurora Beltrán, José mª Asín, Aurora Moneo

Navarra no se lo merece

Hoy asistimos a una serie de acontecimientos, estrategias y tensiones que desplazan, cuando no ignoran, el protagonismo indiscutible de esa sociedad civil y de sus sectores más significativos, de los espacios de representación y decisión democrática

Tal vez, nunca como hoy, el deseo de cambio en Navarra ha sido tan evidente, tan seriamente demandado por una gran parte de la sociedad. Porque son muchos años de rígidas políticas neoconservadoras que han repercutido en los distintos escenarios de la actividad social, política, educativa, sanitaria, cultural, medioambiental, urbanística y otras esferas de la vida privada y pública. Así, los efectos más notables de esta forma de afrontar la gestión política y el poder en nuestra Comunidad se definirían por: el retroceso de la estrategia de gestión de lo público y sus servicios y recursos, la debilitación del poder político de las instituciones, el vacío argumental de la política como elemento de confrontación ideológica, el enaltecimiento de la crispación como dispositivo de combate social y como nueva estrategia cultural de referencia, la utilización de la violencia política y del conflicto identitario nacionalista y sus efectos como principio de chantaje emocional entre la población y la relegación de la sociedad civil, esa que constantemente se apela como referente base de la democracia política, de los espacios de decisión y escucha social. En estas circunstancias ese deseo de cambio, nunca como hoy, ha estado tan comprometido, tan sometido a maniobras y decisiones que nada tienen que ver con esa voluntad expresada en las urnas. Porque asistimos a una serie de acontecimientos, estrategias y tensiones que desplazan, cuando no ignoran, el protagonismo indiscutible de esa sociedad civil y sus sectores más significativos de los espacios de representación y decisión democrática.

Y prueba de ello lo determina una serie de circunstancias y reacciones políticas, íntimamente ligadas al reciente proceso electoral, sus pactos de gobierno en Diputación y ayuntamientos y la desesperante declaración de ETA de vuelta a las armas. Entendemos que la derecha navarra, representada por UPN, no puede seguir amenazando a la sociedad, adversarios políticos e instituciones con el resquebrajamiento político y social de Na- varra si no es ella quien está en el poder. No puede seguir forzando una manera de gobernar cuyo eje vertebrador es el miedo y la coacción. Porque UPN utiliza la convulsa situación política y social, las tensiones a raíz de la declaración de ETA y de las sucesivas reacciones judiciales contra ciertos sectores de la izquierda abertzale, como elementos de agitación emocional y social, para reafirmar su necesaria presencia de tintes redentoristas y populistas. Por otro lado, el socia- lismo navarro, aprisionado, empujado y zarandeado por la derecha navarra y española, corre el serio riesgo de renunciar a su determinante papel de agente de cambio, ante la amenaza que proyecta sobre él esa derecha, si éste inicia la necesaria segunda transición democrática, lo que facilitaría nuevos modelos de convivencia y de cambio político, que renovasen la frágil democracia que disfrutamos.

Por otro lado, entendemos que ETA no puede, ni debe, ejercer más presiones sobre la sociedad civil, no puede tutorizar de forma encubierta procesos políticos ni puede condicionar mediante amenazas la dinámica social de nuestra comunidad. Porque no debe utilizar su enorme fuerza desestabilizadora como estrategia de tensión. Porque esto sólo puede agudizar más la crisis social y generar más déficit democrático, más contradicciones y fagocitar todo intento de sedición político-social. Porque la derecha política la utilizará como elemento de chantaje y agente de presión ante los planteamientos progresistas y de cambio de la sociedad. Por ello exigimos a ETA su inmediata disolución. Porque el tiempo lo exige, la realidad lo demanda y el sentido común lo convalida. Y porque la sociedad vasca lo reivindica; esta sociedad no quiere guardianes ni redentores ni profetas que interpreten su presente. Y mucho menos su futuro. Y finalmente emplazamos a esa parte de la izquierda abertzale que ha sido silenciada en muchos pueblos y ciudades, a que demuestre, con su actitud política, que está dispuesta a trabajar activamente por el cambio, que está decidida a ser crítica, autónoma y libre de presiones ajenas a ella, que está dispuesta a colaborar en la erradicación de modelos de gestión política conservadores y que está dispuesta a participar en estrategias de gestión política de izquierdas. Sin amenazas, sin coacciones, sin descalificaciones y sin rencores.

Quienes suscribimos este documento creemos en la posibilidad del cambio político en Navarra. Pero no sólo lo creemos, lo exigimos, porque así lo ha demandado casi el 51% de la población con derecho a voto en Navarra. Porque no podemos someter por más tiempo a esta Comunidad a la constate confrontación identitaria. Porque no podemos aceptar en esta Comunidad el discurso de la violencia política como forma determinante de la resolución de los conflictos y su consiguiente justificación, ni la amenazante tensión y crispación social, de la cual hace gala especialmente UPN y la derecha española, cuyo objeto no es otro que la asfixia de toda disidencia política, la aniquilación de toda forma de progreso y la fractura de toda fuerza crítica de cambio.

Porque tenemos gravísimos e inmediatos problemas, que requieren de nuevas y acertadas políticas que resuelvan activamente los déficits que existen en el ámbito de educación, la salud, los servicios sociales, la gestión cultural y patrimonial, el medioambiente, la violencia contra las mujeres, las pensiones, el empleo, las listas de espera, la dependencia, la inmigración, la salud mental, los transportes, las comunicaciones. Y estos problemas son nuestra auténtica prioridad. Porque son los que realmente siente la ciudadanía.

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