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Enfrentamiento armado entre Palestinos

La complicidad europea, el regreso de los «trepas» y la guerra que nos preparan

Jose Angel ORIA

La situación en los territorios ocupados parece haber tocado fondo: unos 150 muertos en los enfrentamientos entre milicias, el esperanzador Gobierno de unidad nacional sepultado para siempre, el boicot internacional causando estragos humanitarios, los «trepas» más odiados saliendo de las catacumbas (estos días se ha sabido que Mohamed Dahlan, considerado el hombre de los americanos en Gaza, ha regresado a Palestina tras tres meses de «desaparición»), el presidente Abu Mazen ganando protagonismo en los planes golpistas más miserables... Cuesta hallar un mensaje de optimismo, algo que dé un mínimo de esperanza, al escuchar a los palestinos. Todo se viene abajo. Sólo la fuerza ocupante tiene motivos para la satisfacción. «Es más fácil estar bien, ser razonable, cuando tu enemigo es tu enemigo; pero cuando tu hermano ocupa ese papel...» La frase, que no necesita final, es fiel reflejo de lo que está padeciendo un pueblo en proceso de expulsión de su propia tierra.

Esta situación tiene responsables. Con nombres y apellidos. Es lógico que los palestinos señalen con el dedo a personajes siniestros como Dahlan. Con un pasado «revolucionario», tras la creación de la cada vez menos «nacional» Autoridad Palestina pasó a ser un hábil gestor de sus intereses personales. Amigo de los peores enemigos de los árabes -comenzando por estadounidenses y británicos-, es considerado capaz de traicionar a los suyos a cambio de ventajas personales. Quizá se refiriese a él un alto cargo egipcio que esta semana denunciaba ante la prensa, sin mencionar explícitamente a Israel, que «una mano negra» está tras el estallido de los últimos choques interpalestinos.

A los europeos nos debe preocupar más la traición de nuestros gobernantes, de ésos que ayer mismo denunciaban «el golpe de Estado de Hamas contra la Autoridad Palestina». No quisieron ver golpismo en el continuo torpedeo de los sectores más apoltronados de Al Fatah contra el Gobierno de Ismail Haniyeh, y cuando los políticos que merecieron la confianza del pueblo palestino -en las elecciones más limpias organizadas nunca en el mundo árabe- se resisten a ser apartados del poder, sí ven golpismo.

En situaciones como la actual se disparan las especulaciones más catastrofistas. Lo característico de la arena palestina es que suelen ser precisamente esas especulaciones las que terminan siendo ciertas. Y la historia más reciente confirma esa tendencia. Observadores poco dados a reírles las gracias a los sionistas anuncian un verano terrible para todo Oriente Medio, con ataque militar occidental a Líbano, Siria, Palestina... e Irán. «Ese es el plan de Condoleezza Rice -secretaria de Estado de EEUU- para cambiar el mapa de la región, puesto en marcha con la muerte de Hariri», sostienen los analistas palestinos. Lo ocurrido en Líbano el verano pasado y los recientes y trágicos choques en campos de refugiados palestinos de dicho país árabe alimentan esa hipótesis.

¿Se puede hacer algo para impedir la tragedia anunciada? Por el momento, los llamamientos a la calma de figuras no relacionadas con los dos principales movimientos políticos parecen caer en saco roto. Quizá lleguen demasiado tarde. Además, movilizarse contra la actuación de las milicias en una calle en su poder resulta suicida, como se ha visto en Gaza.

Es muy probable que en estos momentos resulte más efectivo presionar aquí a nuestros gobernantes, organizar actividades para denunciar la ocupación israelí y la complicidad europea. Además, en cuestión de días, decenas de brigadistas partirán hacia Palestina para informar a la sociedad vasca sobre lo que allí ocurre y para expresar al pueblo palestino la solidaridad de los rebeldes de aquí y de todo el planeta. Los últimos sucesos les obligan a alterar sus planes -parece imposible entrar en Gaza-, pero tienen claro que no los van a suspender.

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