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Mikel gonzalez Bilbo

Presente y memoria de San Francisco

El hijo de Gloria murió, se lo llevó el caballo, pero nos dijo dónde les compraban el oro robado a los yonquis del barrio. En las joyerías, claro. ¿Y dónde se blanquea el dinero de la droga y el de la especulación, el de los pisos patera, sino en un banco o a través del famoso ladrillo? Mi amigo, marroquí que trabaja para un negrero autóctono, no lo blanquea. Otro viejo amigo, también marroquí, tuvo un bar y lo tuvo que cerrar, intenta vivir de una tienda pero lo pasa mal. Este amigo está enfrentado con los camellos del lugar porque no guarda dinero en su local, pero el trato que recibe de la Policía Municipal no es amable. Siempre con la orden de Julia Madrazo y el Urbanismo bajo el brazo.

Los comerciantes a los que subvenciona el administrador las instituciones que han dejado medio morir nuestro barrio dicen por boca de su presidente y joyero que hay que controlar la inmigración. Al calor de los miles de millones de «Europa» se han montado empresas y comercios, y en la web de una de ellas encontramos propuestas que constituyen un programa de discri- minación para el que encima quieren subvenciones.

Es curioso, porque a «algunos comerciantes» de nuestro barrio no les preocupan las pensiones de miseria, ni el paro, ni los pisos patera cuyos propietarios son clientes de postín y puede que socios de la Asociación de Comerciantes. Tampoco les importa que en 1997 un piso de 100 m2 costara cinco millones y ahora cueste 40; como en su día no les importó el sufrimiento de miles de mujeres esclavas sexuales que forjaron la leyenda del barrio donde corría el dinero a raudales.

Con mas de 40 años viviendo en este barrio sabemos que «algunos comerciantes» sólo se preocuparon de la droga cuando se hizo tan masiva que los toxicómanos tapaban las puertas de sus negocios, cuando ya habían muerto docenas de jóvenes.

Los históricos también sabemos que hace diez años, en las más duras protestas de su historia contra la droga y la especulación, esta Asociación nos abandonó en nombre de una prome- sa, la de la Mesa por la Rehabilitación. Lo que ha ocurrido es que Roma no ha pagado.

«Algunos comerciantes» no merecen un enfrentamiento en nuestras calles.

Vecinos, ni caso al color de la piel ni al lugar de procedencia. A lo nuestro, contra la droga, y a por pensiones dignas, salarios suficientes, vivienda digna y barata, a por derechos iguales para todos. «Algunos comerciantes» no hacen un barrio ni una ciudad ni un país. Juntos podemos.

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