«El Gobierno responde con la fuerza porque tenemos la razón»
Integrante del movimiento popular de Atenco, Martha Pérez Pineda ha visitado Euskal Herria para denunciar la represión que sufren por parte del Gobierno mexicano por defender pacíficamente sus derechos: disparos, violaciones, encarcelamiento en prisiones especiales, dispersión...
Martxelo DÍAZ |
Martha Pérez Pineda, integrante del movimiento popular de Atenco y del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra, acaba de visitar Euskal Herria de la mano de Mugarik Gabe para denunciar la represión que el Gobierno mexicano realiza contra el movimiento popular e indígena.
Pérez Pineda recuerda que los pueblos de Atenco «eran muy tranquilos, muy pacíficos. Se había construido una armonía en base a principios como el amor a la tierra».
En 2001, se anuncia la expropiación de tierras para construir un aeropuerto. «Sentimos una agresión, ya que no se nos respetaba. Meses antes habíamos dicho que no queríamos el aeropuerto en nuestra tierras. Durante meses nos movilizamos y no se nos hizo caso. La expropiación representaba marginación y racismo. Comprendimos el verdadero rostro del neoliberalismo, que arrasa con todo».
Ante esta situación, destaca Pérez Pineda, comenzó la resistencia «con la fuerza de la palabra y del diálogo. Pusimos barricadas, marchamos muchas veces a la Ciudad de México. Buscamos apoyos en todos lados».
Pérez Pineda destaca que en todo momento su lucha fue pacífica y democrática. Por ello, quiere explicar por qué mostraron machetes en sus movilizaciones. «Para nosotros y nuestros padres, que son campesinos, el machete significa trabajo. Es el trabajo de nuestras tierras, un trabajo digno y hermoso con el que obtenemos el alimento. Para nosotros, significa también cultura, porque cuando se tiene relación directa con la tierra, existe una cultura de respeto hacia el medio ambiente. Pero nuestro machete representa también la Revolución mexicana. Nuestros abuelos participaron en la Revolución. Mi abuelo llegó del norte con Francisco Villa y luego se unió a Emiliano Zapata. Y lucharon por esas tierras, recuperaron las tierras que nos habían quitado. El machete es todo eso para nosotros».
El movimiento popular de Atenco consiguió paralizar la expropiación de las tierras. «Demostramos que sí se pudo y recuperamos nuestras tierras. Esa victoria para nosotros no representaba el final de la lucha, sino que era el principio».
Siguiendo el ejemplo de los indígenas de Chiapas, «comenzamos a luchar por nuestra autodeterminación y por el desarrollo de nuestros pueblos. Buscábamos mejores condiciones en la salud, en la educación, en el transporte, en la alimentación».
En este contexto, en mayo de 2006, vendedores de flores de Texcoco a quienes se les impide acudir a mercado para construir un centro comercial de Wal-Mart, una de las principales empresas de EEUU. «Decían que, como indígenas, daban mal aspecto».
Inicialmente, se logró un acuerdo, por el que el Gobierno se comprometía a retirar a la Policía para que los floristas pudieran vender en su lugar habitual. «Al llegar al mercado, vimos que no sólo no habían quitado la Policía, sino que la habían duplicado. El Gobierno, una vez más, traicionó su propia palabra».
En ese escenario, comenzó «un enfrentamiento iniciado por agitadores y se llevaron a tres de nuestros hermanos a un penal de máxima seguridad. Se los llevaron sin juicio y sin ninguna acusación». Asimismo, un niño murió por disparos de un policía.
«Las cámaras de televisión tomaron el momento en el que la gente, desesperada, golpeaba a un policía. Esas escenas las repitieron miles de veces diciendo que éramos unos salvajes, pero sin contar lo que había pasado antes», relata Pérez Pineda.
La represión, sin embargo, sería más dura a la jornada siguiente. «Nada más pasado el amanecer, ingresaron en nuestros pueblos más de 3.500 elementos de la Policía. Entraron con una fuerza brutal a agredir y a dañar. No les importó que hubiera niños o mujeres embarazadas. La orden era golpear a todo lo que se moviera. Hay imágenes muy crueles de esta situación. Fue una masacre que nunca imaginamos que se diera en nuestros pueblos».
Algunas de ellas muestran a policías posando para la foto junto a vecinos de Atenco forzados a arrodillarse mientras manaba abundante sangre de sus cabezas. «Como título varios periódicos decían `¿Es Irak? No, es Atenco'», recuerda.
200 personas detenidas
Ese día se llevaron a más de 200 personas detenidas. «Los encarcelaron. En el trayecto separaron a los hombres y a las mujeres. A los hombres los golpearon salvajemente. Había ancianos y enfermos entre los detenidos».
En el caso de las mujeres fue aún peor. «Nuestras compañeras vivieron un infierno. El trayecto tenía que haber durado dos horas y media, pero se demoró hasta las seis horas. En ese tiempo, los policías ultrajaron, humillaron, sometieron y violaron sexualmente a nuestras compañeras. Las mordieron, las pellizcaron, las torturaron física y sicológicamente. Se llevaron a mujeres de cerca de 60 años y las obligaron a practicar sexo oral a los policías. Cabe mencionar que los policías ya iban preparados porque llevaron preservativos».
La represión no pudo parar la respuesta popular. «Al día siguiente, quienes levantaban el machete en las protestas eran las mujeres».
«Nuestras mejores armas son el derecho y el diálogo porque sabemos que tenemos razón. Tenemos que luchar por la justicia. Estamos realizando esta lucha de difusión porque a un año de los hechos nuestros hermanos siguen en la cárcel. Otros fueron liberados, pero tienen que ir a firmar cada quince días. Quedan 29 en la cárcel. Tres de ellos siguen en el penal de alta seguridad del Altiplano, que está muy lejano a nuestra comunidad. Es un penal subterráneo. En la superficie no se ve nada y los compañeros que están allí nunca ven la luz del sol. Están 23 horas aislados cada día», destaca Pérez Pineda.
«Los policías sometieron y violaron a nuestras compañeras. Iban preparados porque llevaron preservativos»