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LAB considera que la unidad de acción con ELA debe tener un «perfil estratégico más estable»

El sindicato LAB entiende que una hipotética unidad de acción con ELA debe situarse por encima de los pulsos coyunturales y asentarse sobre una estrategia estable, con el objetivo común de acumular y activar fuerzas nacionales, soberanistas y de cambio social.

Anjel ORDOÑEZ

El Nazio Biltzarra, máximo órgano entre congresos de LAB, debatió y aprobó el último día del mes de mayo una ponencia sobre la estrategia del sindicato en torno a una hipotética unidad de acción con ELA. GARA ha tenido acceso a este extenso documento en el que, como parámetro central, se determina que la colaboración entre ambas centrales debe tener un carácter «más asentado y menos frágil; menos coyunturalista y con un mayor perfil estratégico». LAB advierte, no obstante, que la «hoja de ruta» que propone sólo será posible «si ELA hace una praxis real por una estrategia nacional, soberanista y de cambio social».

El análisis del momento histórico por el que atraviesa Euskal Herria define una unidad de acción que, según entiende LAB, «debe ser progresiva, porque no son tiempos de voluntarismos, sino de asentar compromisos que consoliden la estrategia de cambio político y social de un polo autodeterminista-independentista». La colaboración debería mantener un definido equilibrio entre los ámbitos social-sindical y político. LAB mantiene que «la actual situación de desconfianza y contradicciones necesita de espacios de colaboración que creen nuevas condiciones en las relaciones interorganizativas y en su proyección a la sociedad».

Una tercera característica de una futura unidad de acción, siempre según la ponencia, sería su integralidad, tanto en los niveles territorial como sectorial, «superando dinámicas basadas en lo mediático y un escaso nivel de implicación de las bases de ambas organizaciones». El objetivo debe ser, tal y como lo ve LAB, «sumar, pero para multiplicar los efectos sociales de la suma».

La colaboración tiene que entenderse como «expansiva» para que se proyecte al resto del movimiento sindical «abriendo una dialéctica que condicione y modifique posiciones en términos políticos y sindicales».

Contenidos y objetivos de desarrollo

LAB analiza en profundidad cuáles son los contenidos concretos que adquieren un carácter preponderante en su propuesta de unidad de acción. En el marco del proceso de reconocimiento de Euskal Herria, propone llevar a los centros de trabajo la reivindicación de la autodeterminación como derecho democrático y núcleo de la superación del conflicto: «La ola autodeterminista tiene que integrar dinámicas intersectoriales con iniciativas sectoriales y/o específicas».

Abunda la central abertzale en que «queremos decidir en clave de modelo institucional, en las relaciones internas-externas..., pero también sobre medidas económicas, fis- calidad, empleo, política social. Es decir, hay que darle una proyección social, de cambio social, a la reivindicación democrática de soberanía para nuestro pueblo».

La arquitectura para el desarrollo de los objetivos que se persiguen ha de construirse, según defiende LAB, desde una dimensión institucional y organizativa que supere las realidades jurídico-administrativas coyunturales, «y que vaya consolidando la proyección estratégica de Euskal Herria con ente estatal futuro en todas sus dimensiones». Pone como ejemplos ya existentes a Udalbiltza, Nazio Eztabaida, Laborantza Ganbera y Gaindegia, a la vez que propone valorar la constitución de una Coordinadora o Mesa Sindical Abertzale entre organizaciones como LAB, ELA, EHNE, ELB...

En esta misma línea del reforzamiento de la unidad nacional sitúa los esfuerzos para la euskaldunización del espacio económico y socio-laboral. Otros objetivos serían el impulso de los sindicatos abertzales a un modelo educativo nacional, la introducción natural en el medio cotidiano del EHNA y la articulación de un calendario laboral propio «porque somos un pueblo con simbología propia y es hora de romper con legados que no corresponden a la voluntad y sensibilidad de la sociedad vasca».

También pone de relieve la importancia de la actividad del Foro de Ibaeta en favor de los derechos de los presos y añade que «los compromisos tienen que ir adquiriendo mayor dimensión en las bases de las organizaciones sindicales, con iniciativas nuevas en los centros de trabajo».

Marco Vasco de Relaciones Laborales

El segundo bloque de objetivos de la unidad de acción que desarrolla la ponencia se refiere al Marco Vasco de Relaciones Laborales y Protección Social, como cuestión básica para el Espacio Socioeconómico Vasco.

El primer peldaño de esta escalera pasaría por «definir un programa de acción sindical que nos lleve a disponer de plena capacidad normativa» en este ámbito. A ello se vincula el impulso de una iniciativa política «que asuma como prioridad la consecución de la plena capacidad para decidir sobre las materias socio-laborales y económicas». En este programa cobran protagonismo aspectos como el marco propio de negociación colectiva -en los ámbitos público y privado-, los acuerdos intersectoriales como interpelación «ante la inoperancia administrativa y patronal», y la defensa de pactos en materia de Formación Profesional, prevención de riesgos laborales, igualdad de oportunidades y modelo de participación institucional.

El sindicato abertzale subraya la necesidad de aportar propuestas referenciales para crear un modelo de relaciones laborales propio. Concreta que «la evolución de un marco de transición democrático y con perspectiva nacional tiene que conllevar un cambio de chip en los niveles de reflexión y propuesta del sindicalismo abertzale».

El tercer bloque en el capítulo de los objetivos se refiere al modelo social que debe perseguir la unidad de acción. Entiende LAB que «más allá de políticas reivindicacionistas de reparto de riqueza, vivienda..., el movimiento sindical tiene que trabajar un planteamiento más global, situando el papel del sector público en la economía, y definiendo propuestas económicas y sociales». Todo ello en el marco de un pulso de clase en los centros de trabajo «porque ese ensamblaje entre la lucha de clases en las empresas con un modelo social alternativo es lo que da al sindicalismo el papel de agente social; es de esta manera como se consolida su función de contrapoder».

Respecto al modelo sindical, considera imprescindible una reflexión sobre una acción de los sindicatos que, con el impulso intersectorial, «tiene que situar las bases que permitan niveles de gestión convergente y mayor eficacia en el avance de las posiciones de la clase trabajadora». Añade que «la unidad de acción debe estar al servicio de una intervención sindical con objetivos claros y dinámicas de lucha alejadas de criterios corporativos o de su adaptación a los intereses específicos de cada organización».

Aportaciones históricas de la unidad

LAB desarrolla, debate y aprueba esta ponencia, que define el enfoque y contenidos de una hipotética unidad de acción con ELA, tras desarrollar un análisis retrospectivo en el que observa «un guadiana de encuentros y choques que tenemos que considerar como parte de una dialéctica de dos organizaciones que venían de apuestas sociopolíticas y de clase contrapuestas y enfrentadas».

A pesar de esos vaivenes, opina que la unidad de acción ha ido generando en el tablero político y sindical aportaciones positivas. Entre ellas, la «deslegitimación del marco autonómico vigente como ordenamiento democrático». Además, a su entender, ha propiciado una mayor influencia en las reivindicaciones de carácter sociopolítico y socioeconómico desde el sindicalismo abertzale, con lo que «el modelo sociopolítico de sindicalismo impulsado por LAB se convierte así en referencia de actuación».

La colaboración entre ELA y LAB, según el documento, ha modificado el panorama sindical «surgido en la transición, decantando el pulso político y sindical en bases de mucha similitud: la defensa del marco vasco por un lado (ELA-LAB) y el mantenimiento de la cascada de dependencia institucional, económica y socio-laboral con el Estado español por otro (CCOO-UGT). Este cambio tiene consecuencias para condicionar alternativas políticas transversales que no pasen por el respeto al ámbito vasco de decisión».

Un cuarto aspecto positivo de la unidad de acción es, a los ojos de LAB, el refuerzo de la visión nacional de Euskal Herria por encima de la partición institucional. Detalla que «las iniciativas y movilizaciones conjuntas en los cuatro herrialdes, el primero de mayo de 99 en Iruñea o la huelga general en Hego Euskal Herria en mayo de 99, alimentan una concepción nacional en la intervención social y política del sindicalismo abertzale. Esta aportación ha estado condicionada por un desarrollo territorial muy desigual de los ámbitos de colaboración y la tendencia de ELA a vascongadizar dinámicas conjuntas».

La acumulación de fuerzas también facilita una acción ofensiva en el pulso de clase. «Se ha demostrado que es posible, con objetivos claros y voluntades abiertas, desarrollar una acción sindical ofensiva en propuesta y movilización. La huelga general de mayo de 1999, primera y única huelga general de carácter autónomo liderada por el sindicalismo abertzale, fue un ejemplo de ello aunque haya quedado en un referente sin gestión ni continuidad», destaca LAB.

Concluye que esas aportaciones están condicionadas por sucesivos vaivenes y contradicciones. Sobre éstas, distingue dos fases: «Si la etapa que va desde el 94 hasta el año 2000 generó avances tangibles, a partir de ese momento el nivel y contenidos de la colaboración entra en evidente estancamiento no reportando nuevos valores añadidos ni al impulso del proceso político ni al avance de las posiciones de clase y cambio en el pulso con la patronal y administraciones. Ésta es la situación objetiva de los últimos años».

PONENCIA

La ponencia aprobada por LAB sitúa el contexto político que atraviesa Euskal Herria, analiza la reubicación de ELA y define una posible línea de colaboración con el sindicato de José Elorrieta.

ELA: Una posición soberanista «sin praxis autónoma coherente»

En el análisis previo a su propuesta para la unidad de acción, LAB reconoce que ELA ha evolucionado desde el autonomismo hasta el soberanismo, con una mayor visión nacional. Sin embargo, le atribuye una clara falta de «praxis autónoma coherente, resituándose en cada coyuntura política en función de la defensa de su proyecto sindical como un fin en sí mismo». Así, le recrimina que «ni en cuestiones políticas ni en temas sociolaborales es capaz de realizar dinámicas propias, tanto a nivel ideológico como de movilización».

Por otro lado, LAB admite que ELA «ha pasado de plantear en los 80 un modelo sindical de acompañamiento a la gestión del PNV a descubrir un sindicalismo de clase y contrapoder», pero a la vez subraya «la falta de coherencia entre su posición mediática y sus posiciones reales, y la enorme brecha que existe entre las reflexiones y posiciones de los cuadros de dirección y la praxis, actuación o preocupaciones de las bases de este sindicato». Todo ello desemboca en una reflexión final: «Estamos ante un cambio en ELA positivo pero epidérmico para que sea realmente eficaz en el panorama sociopolítico vasco». A.O.

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