Escuchada la declaración posparto de Rajoy, después de su entrevista de hora y media con Zapatero en la Moncloa, comprendimos que ni sí ni no ni todo lo contrario. (...)

Aznar y Rajoy están donde han estado toda la vida: detrás de la ventanilla, uno en calidad de inspector de Hacienda y el otro en su condición de registrador de la propiedad. Su esencia es la del funcionario. (...)

-Le faltan dos pólizas.

-Pero si ayer me dijeron lo mismo.

-Es que siempre le faltarán dos pólizas. Rajoy se ha apuntado a la teoría de la pérdida. No podemos dar un paso sin recordar que hemos perdido el paraíso terrenal. Todas las pérdidas han sido colocadas en el mundo para evocar aquella otra. Si se nos cae un diente, si perdemos el pelo, si se nos hunde el pecho, es para recordarnos de dónde venimos y adónde hemos ido a parar. De ahí que siempre nos falten dos pólizas. (...)

Viene todo esto a cuento de que a Zapatero le faltaban dos pólizas. Se ve que Rajoy estuvo revisando atentamente todas sus acreditaciones (¡hora y media!) para llegar a esta conclusión.

-Oiga, pero si ya hemos encarcelado a De Juana Chaos y a Otegi y hemos hecho declaraciones de firmeza.

-Sí, pero le faltan dos pólizas para que yo le dé mi apoyo de verdad.

-¿Y dónde se compran?

-No se venden. Son pólizas inexistentes, por lo que siempre, haga lo que haga, le faltarán. Zapatero pertenece a otra generación, a otra cultura. Cree ingenuamente que hemos venido a la vida a disfrutar y que con buena voluntad se pueden alcanzar estadios de dicha relativos. Si cedo un poco más, piensa, tal vez logre atraer a Mariano. Error. A Mariano se le supone la caspa como al militar el valor. La vocación de Rajoy no es política, es funcionarial. Ha venido al mundo para recordarnos que nos faltan dos pólizas. Podemos condenar el terrorismo de rodillas, envolvernos en la bandera española, dar vivas a Alcaraz, poner en el móvil la sintonía del himno de España, España, España... Pero siempre nos faltarán dos pólizas (...).