La muerte en Líbano de soldados del Ejército español está destapando una nueva sarta de incongruencias. He llegado a la conclusión de que en el catecismo político de ZP existe un capítulo dedicado a hacer tortillas sin romper huevos. Es decir, quiere negociar sin llegar a compromiso alguno y quiere estar en una guerra pensando que los contendientes van a ver a sus muchachos armados hasta los dientes como si fueran azafatas sin fronteras. Si se está en un territorio en guerra, por mucho que sea bajo mandato superior, se está ejerciendo de tropas de interposición, y en ocasiones las partes en conflicto encuentran a esas tropas no precisamente como equidistantes sino favorecedoras de una de las causas en guerra. Y por eso sucede lo que sucede.

Por otro lado, ¿por qué se sigue manipulando la realidad con el lenguaje? Todo lo que no hagan los ejércitos aliados es terrorismo, pero si se mira bien, el terrorismo, el terror, lo causan precisamente los ejércitos regulares, los que en teoría deberían estar apaciguando. Y lo dice un responsable del Gobierno de Afganistán que ha comprobado cómo las intervenciones de las tropas desplazadas han causado más muertes de civiles que los talibanes, que son, según la propaganda, los malos. Y eso sucede con demasiada frecuencia. Acuérdense de los Balcanes y de otros lugares del planeta en donde estas tropas, con cascos azules o no, han hecho auténticas barbaridades.

Pero este incidente bélico ha traído a la superficie otra incongruencia, los soldados alistados en el Ejército profesional español de procedencia sudamericana, en este caso tres jóvenes colombianos, casi unos niños. Se ha sabido que las estadísticas no se corresponden. No hay una lógica entre el número general de los residentes de estos países y los alistados al Ejército; y otra más sangrante, de los que estando en el Ejército son mandados a los lugares conflictivos, es decir se convierten en carne de cañón. Un acto discriminatorio que recuerda de una manera muy exacta lo que hacen los ejércitos americanos que tienen en sus infanterías y en las misiones más peligrosas a los emigrantes integrados.