Iñaki Lekuona Periodista
¿Cómo se resucita un muerto?
Ahora nos dicen que dos años después de sus infartos en Francia y Holanda, unos masajes cardiacos de la doctora Merkel han podido resucitar a este muerto. Porque la Unión Europea es un muerto. Pero como es un muerto necesario, cada tanto tiempo le pasean, le maquillan y le estiran una sonrisa desafiando al rigor mortis.
Europa es un muerto con una billetera viva que necesita pavimentar nuestros prados y perforar nuestras montañas en nombre de la logística y al servicio del mercado neoliberal. Un muerto que cae bien donde subvenciona los campos productivistas, donde aligera la cartera para promocionar proyectos «interregionales», un extraordinario pretexto para esa quimérica construcción europea.
Pero, con todo el dinero del mundo, quiero decir de Europa, -principalmente de Alemania-, la Unión sigue siendo un muerto. Los que vivimos en eso que Bruselas llama territorios transfronterizos lo sabemos bien. Porque bajo ese arcoiris que nos venden y que se traduce en mercado único, las cuestiones sociales se dejan marchitar al sol de la política económica que marcan las grandes multinacionales. Ahora, ampliación hacia el Este en busca de mano de obra barata y de nuevos mercados.
Europa es un muerto y los masajes cardiacos de la doctora Merkel no lo resucitarán. Porque no se puede puede revivir un cadáver. Por mucha cirujía technócrata, inyecciones de capital, por mucho que se remienden tratados, a esta Europa le falta corazón. Ese de hojalata que hizo votar el señor Zapatero sin explicar su contenido, ese corazón hueco de derechos civiles y sociales que los ciudadanos del Estado francés repudiaron, ése no hay dios que lo reanime. Y que no nos digan ahora que tiene pulso, porque está muerto.
Europa sólo estará viva cuando tenga un corazón, una carta de derechos y libertades, cuando los intereses de las empresas y de los estados, que ambos son uno, pasen a un segundo plano o a un tercero. Cuando la democracia defienca al ciudadano. Pero que nadie se equivoque, eso no llegará. Es mucho más fácil resucitar a un muerto.