Los aliados árabes de EEUU cierran el abrazo del oso al presidente Abbas
Consumado el alineamiento de la UE con EEUU e Israel y sus planes para sacar réditos de la alimentada crisis interpalestina, faltaba aún el concurso de los regímenes árabes afines. Egipto y Jordania cumplieron y mostraron ayer en la cumbre de Sharm el-Sheij su apoyo al presidente Abbas -y de paso, al primer ministro israelí Olmert-. La calle árabe no ocultó su indignación ante estas muestras de servilismo.
GARA
El círculo se va completando. La Administración Bush soñaba con una alianza de regímenes árabes afines en Oriente Medio para apuntalar su estrategia, que va de la mano de Israel.
La crisis interpalestina, que acabó a mediados de mes con la separación total de la Gaza de Hamas y la Cisjordania (aún) de al-Fatah ha servido para la puesta en marcha de este plan, en el que regímenes como el egipcio y el jordano se perfilan como imprescindibles.
El «nuevo faraón» de Egipto, Hosni Mubarak, hizo ayer de anfitrión de la cumbre en el balneario de Sharm el-Sheij (Península de Sinaí), en la que no faltó el todopoderoso rey de Jordania, Abdalla II.
La cumbre arrancó con el primer encuentro, desde el pasado mes de abril, del primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el presidente de la Autoridad Palestina (ANP), Mahmud Abbas, quien no dudó en nombrar por decreto un Gabinete después de que la vieja guardia de su organización, al-Fatah, fuera expulsada de Gaza por el grupo mayoritario palestino, Hamas.
Israel se desdice
Cada día que pasa, Israel sigue rebajando sus promesas iniciales. Un día después de que el Gobierno de Olmert anunciara el acuerdo de principio para desbloquear unidireccionalmente los fondos palestinos que mantiene retenidos, la delegación israelí en Sharm el-Sheij anunciaba que exigirá previamente a Abbas que se comprometa a que ninguno de los 600.000 dólares que adeuda llega a Gaza.
En la misma línea, la prensa israelí desvelaba ayer que el Ejecutivo de Olmert ha decidido dar marcha atrás, «por razones de su seguridad», en su promesa de levantar medio centenar de puestos de control del Ejército israelí e Cisjordania. La «promesa» que realizó Olmert al presidente de EEUU, George W. Bush, queda en agua de borrajas e Israel habla ahora de retirar «un centenar» pero sólo si «los palestinos se comprometen a combatir el terrorismo». Olmert ya advirtió la víspera que esperará a que se «estabilice» el Gabinete no electo de Cisjordania antes de entablar «negociaciones de paz».
Liberación de 250 prisioneros
Para compensar tanto desaire, Olmert prometió la pronta puesta en libertad de 250 prisioneros palestinos (de un total de 11.000), todos ellos de al-Fatah, «no envueltos en delitos de sangre» y «si se comprometen a no implicarse en el terrorismo».
Israel llevó también bajo el brazo una exigencia a los regímenes árabes: que apoyen «sin ambigüedades» a Abbas, pues «es fundamental que su Gobierno tenga legitimidad». Todo ello sin olvidar, a su vez, la exigencia a Egipto de que aísle a sus hermanos árabes de Gaza con la excusa de que Hamas utilizaría túneles para pasar armamento a través de la frontera.
La cumbre ha sido duramente criticada por los principales diarios árabes, que no dudan en calificarla de «maldita» y denuncian que Israel «se convierte en una pieza clave en la toma de decisiones árabes respecto a la situación de la Franja de Gaza».
Las críticas unen esta vez aunque sea con matices tanto a corrientes «laicas» -como los nasseristas egipcios- como islamistas. El jefe de la Unión Mundial de Sabios Islámicos, Yusef al Qaradaui, denunció que los regímenes árabes «extienden la mano a Olmert (cuando) tienen que extenderlas a nuestros hermanos» palestinos. Recordó a Abbas que «no es sólo presidente de al-Fatah sino de todos los palestinos y debe negociar».
Apremiados, tanto el régimen egipcio como Abbas instaron a Israel a retomar las negociaciones. El presidente de la ANP instó a Olmert a «no dejar pasar esta oportunidad histórica».
Hamas hizo público ayer un mensaje del soldado israelí Guilad Shalit capturado hace ayer justo un año en una acción de la resistencia palestina en la frontera de Gaza. La difusión del mensaje, el segundo signo de que sigue con vida tras la carta que pudo hacer llegar a su padre hace nueve meses, ha suscitado una gran ansiedad en Israel.
En su mensaje, el soldado advierte de que su salud se deteriora y deplora «la falta de interés del Gobierno y del Tsahal (Ejército israelí) por mi suerte».
El viceprimer ministro israelí, Eli Yishai, instó a negociaciones directas con la organización islamista. «Hay que examinar la posibilidad de negociar directamente con Hamas», aseguró Yishai, miembro del Gabinete de Seguridad israelí.
Meretz, partido pacifista de izquierda, instó a la puesta en libertad de miles de presos palestinos.
Poco antes de salir con destino a Sharm el-Sheij, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, rechazó cualquier negociación con Hamas. Se alineó así con la derecha extrema israelí, que denunció un intento de Hamas de convertirse en interlocutor político.
Por otro lado, EEUU aseguró que «espera» que Hamas no ofrezca refugio a Al Qaeda en Gaza, después de que la organización liderada por Osama Bin Laden ofreciera su apoyo a los islamistas palestinos.
Este apoyo, que contrasta con las grandes diferencias entre Hamas y Al Qaeda -que le acusa de escaso celo religioso- fue explicitado en un vídeo por el número dos de Al Qaeda, el egipcio Aywan al-Zawahiri.
Washington no hace distingos y considera a Hamas una organización terrorista.
El diario «The Financial Times» adelantó que el todavía primer ministro británico, Tony Blair, será nombrado hoy enviado especial del Cuarteto para Oriente Medio. Rusia habría decidido no oponerse.