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Maite SOROA

La receta de Rodríguez Ibarra

Cuando alguien como Juan Carlos Rodríguez Ibarra comienza un artículo asegurando que «ya sé que lo de ETA y España no es una guerra», lo más razonable es agacharse.

Ayer en «El País», el ex presidente de la Junta de Extremadura, bien conocido por sus exabruptos, se refería al concepto de la tregua y sentenciaba que «puesto que nosotros no estamos en guerra, nosotros nunca podemos declarar treguas ni firmar la paz», para dejar sentado a continuación que «no cabe la menor duda de que la tregua unilateral acaba reportando algún tipo de beneficio a los terroristas». Y eso le pone malo a Rodríguez Ibarra.

Y después de tanto repetir que él no está en guerra, el alto dirigente del PSOE desenfunda el lenguaje bélico para ofrecer su propia receta para concluir con el enfrentamiento.

Fundamenta, además, su propuesta en algo muy parecido a la Ley del Talión de los hebreos: «¿Por qué no aplicamos esa ló-gica que ellos entienden? Si cuando hay tregua ellos reciben beneficios, ¿qué impide que cuando entran en guerra noten los perjuicios?».

Y, más aún, en datos objetivamente falaces: «Ya sabemos que cuando hay tregua, los presos suben hasta llegar o aproximarse a las cárceles del País Vasco. También sabemos que otros presos obtienen la excarcelación. Y además conocemos que algunos miembros de la banda o son enviados a otros países o regresan del País Vasco cesando la persecución contra ellos». Y en retorcida lógica, insiste: «Ya deberían saber los otros que si las cosas funcionan así cuando hay tregua, deberán funcionar en sentido contrario cuando hay guerra, que es la situación en la que, en estos momentos, se encuentran los otros».

Después de tan alambicado argumentario, lanza su propuesta concreta. No se la pierdan: «Gobierno y oposición deberían acordar: 1) Traslado de todos los presos etarras a las cárceles más alejadas del País Vasco para que los otros vean la diferencia de trato que existe cuando se mata o cuando no. 2) Ultimátum a los otros para que en el plazo de tres meses la banda se pronuncie sobre el fin o no de su existencia, haciéndoles saber que para nosotros a partir del vencimiento de ese plazo sólo habrá dos escenarios, o final de la banda o continuación. A continuación, el compromiso público de Gobierno y oposición de que las palabras tregua, alto el fuego o lo que sea, dejarán de existir en el vocabulario de los demócratas y, por tanto, dejará de producir algún tipo de efecto positivo. 3) Si la banda decide terminar, compromiso de Gobierno y oposición para que los terroristas que no tengan delitos de sangre, juzgados o no, salgan en libertad condicional si se encuentran cumpliendo condena; compromiso de instar a las autoridades francesas a igual trato penitenciario para los etarras encarcelados en Francia. Compromiso para que los etarras que se encuentran fuera de España y no tienen delitos de sangre, puedan regresar a nuestro país sin persecución policial».

Me da la impresión de que Rodríguez Ibarra no ha entendido nada. ¿No les parece?

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