Me acuerdo todavía cuando llegué, hace ya veinte años, a Hondarribia, el pueblo de mis sueños juveniles. Al poco tiempo, en el bar Anttoni de Amute, os conocimos a ti y a tu compañera Mattu. Qué bien, qué suerte tuvimos, grandes personas, grandes amigos, personas generosas, cariñosas, inteligentes... siempre dispuestas a escucharte y a enseñarte de manera amena, desprendiendo amor y solidaridad. Personas que de alguna manera te marcan en la vida. Personas de grandes principios y comprometidas en diferentes causas.

Al poco tiempo nacieron nuestros hijos, y aún recuerdo las picias que os hicieron alguna que otra vez cual diablillos que eran. Nunca hubo por vuestra parte ni una mala cara ni una mala palabra. Siempre comprensión y respeto porque veíais más allá de lo meramente cotidiano.

Lo que más me gustaba de ti, Juanjo Tarzán, era tu radicalidad, tus consejos para conmigo. Incluso en las cosas en las que estábamos de acuerdo siempre tenías otra lectura que yo asumía al ver que tenías razón. Por otra parte, tu valentía para enfrentarte al prepotente y defender al débil, y siempre te hemos de agradecer tu trabajo por la Sociedad Olagarro de Hondarribia, sin recibir, como en muchos otros compromisos que tenías, nada a cambio.

Se me va a hacer duro no verte, no intercambiar nuestros puntos de vista, no verte cuando te quedabas dormido después de una cena, un ratito... la cabezadita famosa. Tenías un corazón tan grande que al final se ha resentido y te has ido a descansar de todo este mundo.

Eskerrik asko Juanjo, denarengatik, por haber tenido el privilegio de conocerte, por ser como eras: persona del pueblo, sencilla, por estar al lado de los marginados, de los discriminados, de las minorías, de las mujeres, de la libertad y del respeto, y por todo lo que sabíamos y sabemos que hay que luchar. Adio eta ikusi arte! Recibe un abrazo y un fuerte beso.