Se cumple ahora casi un año desde que se hizo público el «Documento de Coincidencia Nacional» (1) elaborado y firmado por los presos de todas las organizaciones políticas palestinas, una lección de sentido común político que hoy, viendo el cuerpo troceado de los territorios ocupados, parece redactado ayer mismo con carácter de urgencia, pero que sabe amargo y huele a quemado a la vista de los acontecimientos. (...)

En este tiempo, el cuarteto no solo ha cancelado las ayudas sino que ha inmovilizado las cuentas de la Autoridad Nacional Palestina e impedido cualquier movimiento bancario que tuviera que ver con ella. Israel, por su parte, retiene desde entonces los impuestos fronterizos que según los «Acuerdos de Oslo» corresponden a la ANP, declarando como objetivos militares a los cargos electos de Hamas, y deteniendo y encarcelando a numerosos parlamentarios. A la vez, las arcas de la Oficina del Presidente Mahmud Abbas no han sufrido ningún menoscabo, los sectores de Al Fatah han aprovechado la situación de carestía social para organizar protestas de funcionarios (el 23% de la población de los territorios ocupados) contra el gobierno, y las fuerzas de seguridad palestinas dependientes de la presidencia, son utilizadas en la guerra contra el gobierno, rompiendo de manera definitiva su papel institucional y pasando a jugar el rol de policía golpista. (...)

Concluyendo, el enfrentamiento partidista y la división de poder institucional se ha convertido en una división del territorio, el golpe de estado no se ha consumado en Gaza y sí en Cisjordania, se ha consumado en el plano internacional y diplomático, pero en los territorios ocupados es un castillo de naipes sostenido por una montaña de dinero.

Hay tablas en la partida de negras contra negras. El resultado: jaque israelí al estado y el movimiento palestino.