Amaia Beranoagirre Arteaga Psicóloga
Búsqueda de causas en lugar de culpables
La muerte de una mujer por su marido en Vitoria levantó un cruce de acusaciones sobre dónde falló la cadena: Servicios sociales, policía, tribunales. El sistema, tal y como se ha organizado está fallando: no se consigue prever muertes anunciadas, las órdenes de protección son trasgredidas por las propias protegidas, hay denuncias falsas que causan un daño del que la sociedad no es consciente...
Quizá haya que revisar el enfoque: la atribución de las muertes de mujeres por hombres a una causa única, el machismo, que resulta una razón muy genérica, y diferenciándola de la violencia intrafamiliar por razón del género de las víctimas y los autores. De hecho, en agosto del 2004 en Vitoria ya ocurrió un caso equiparable al actual, si atendemos a las causas, en lugar de al sexo de la víctima: un padre consumidor de estupefacientes, entre ellas la cocaína, mató a un hijo varón.
El comportamiento humano está regido por lo que acaece en la mente de cada persona, siendo producto de la biología, el psiquismo y por su puesto, de las circunstancias sociales. Para buscar las causas, y sin pretender abarcarlas todas, analicemos diferentes casos:
-Ancianos que cuidaban a mujeres con enfermedades degenerativas, -el Alzheimer está muy presente-, recuerden el caso del hombre que cuidaba de mujer, madre, hijo y hermana enfermos, y se le había diagnosticado un tumor cerebral a él.
Es paradójico que a estos casos se les califique como violencia machista. Parece que se les juzga así por ser hombres, porque era el femenino el género que estaban ejerciendo: cuidaban de sus esposas y familiares enfermos. (El género son las atribuciones socio-culturales, el sexo las atribuciones biológicas)
-Otro caso fue el anciano de Bilbao que padecía alzheimer, en las últimas semanas se negaba a tomar la medicación y mató a su mujer.
-Un número importante de la lista de violencia de género está protagonizada por inmigrantes. La inmigración en sí misma, es una situación de estrés crónico y extremo, que pone a prueba la salud psíquica de las personas.
-Un porcentaje importante de hombres que matan a sus mujeres se suicidan. Tras los suicidios hay problemas psíquicos.
-También se contabilizan como violencia de género casos protagonizados por enfermos mentales cuando el autor es hombre y la víctima mujer. Hay que tener en cuenta que un porcentaje importante de enfermos mentales no están diagnosticados ni tratados. Como pudo ocurrir en el caso de la mujer atropellada en Orozco, el supuesto homicida parece que sufría alguna afección psíquica, tenía amenazada a toda la familia de la víctima, había sido denunciado por intentar atropellar al padre de la víctima. Si la víctima hubiera sido varón, no se contabilizaría como víctima de la violencia de género; el supuesto homicida, posiblemente enfermo sin diagnosticar, constituía un peligro para hombres y mujeres.
La patología psíquica se muestra cada vez más compleja. Una gran parte no se diagnostica, se la clasifica como «problemas sociales»; al verse como problema social, negando la patología de fondo, son atendidos en los servicios sociales. Al no contar con los diagnósticos de las patologías, se escapan los indicios que pueden indicar que una persona supone un peligro, los que más peligro corren siempre serán los más cercanos.
Al negar la patología psíquica en la violencia contra la mujer, tampoco se entiende lo que está pasando: ¿Por qué se saltan las medidas de protección? ¿Por qué el aumento de penas no produce ningún efecto coercitivo? Poner medidas legales a ciertos tipos de personalidades es como pedir a un daltónico que cruce un semáforo en verde. ¿No es muy ingenuo esperar que quien habitualmente se salta las leyes vaya a acatar las órdenes del juez?
Las muertes de mujeres no se deben a una causa única. Las causas directas se hallan en la mente de los protagonistas: son los estados neurológicos, psíquicos, o emocionales de las personas en un momento dado; determinados por las enfermedades, el consumo o no de drogas, y las circunstancias vitales y sociales.
Hay casos que no pueden ser detectados como maltratadores, a falta de denuncias por agresión, pero sí como enfermos psíquicos y/o neurológicos (incluidas toxicomanías) que suponen un riesgo para sí mismos y para los demás (hombres o mujeres).
El enfoque del machismo como causa única de las muertes de mujeres a manos de hombres impide ver el bosque, porque se focaliza en los actos de agresión de hombres a mujeres.
En la cadena compuesta por servicios sociales, tribunales, policía, hace falta completar las valoraciones sociales como «maltrato», «familia multiproblemá- tica»... con diagnósticos clínicos de la personalidad, mediante los cuales se puedan prever riesgos, aunque luego existe el grave problema de la falta de plazas en hospitales.
En el caso de Vitoria, el autor de la agresión era consumidor de cocaína, había estado ingresado en psiquiatría. El consumo de cocaína produce alteraciones neurológicas que pueden desembocar en cambios de personalidad y comportamiento, que afecta a las relaciones personales.
Quizá lo único que hubiera podido impedir esta muerte, hubiera sido el diagnóstico de su estado mental y su ingreso mediante orden judicial. Pero para esto hacia falta que alguien diera la voz de alarma a los servicios sanitarios, y para conocer los riesgos hace falta información veraz.
Los ciudadanos tienen derecho a una información fehaciente, que les permita hacerse cargo de la situación: si a un familiar se le dice «su marido, hijo es un maltratador», las personas creen que éste puede controlar sus actos, que dependen de su voluntad; pero cuando se les comunica «su marido, hijo/a es un enfermo mental grave, si no toma medicación puede llegar a estados en que ya no es dueño de lo que hace y corren serio peligro los que le rodean», la personas pueden hacerse cargo mejor de la situación: tramitar un ingreso involuntario si hace falta, darse cuenta de la gravedad que supone que ciertos enfermos dejen la medicación... pudiendo tomar medidas, comunicándolo al psiquiatra o al médico que lleve el caso. En momentos de crisis será necesario el ingreso. Pero existe un grave problema con las plazas en psiquiatría, se desmontaron los psiquiátricos y no se han creado soluciones alternativas, al mismo tiempo que las enfermedades mentales se están incrementando.
También tenemos que tener en cuenta que hay personas que prefieren mantenerse alejados de la policía y los juzgados, aunque sí aceptan las ayudas de los servicios sanitarios y sociales.