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La OTAN causa una nueva matanza de civiles en el sur de Afganistán

Un bombardeo aéreo nocturno de la OTAN causó la muerte de al menos 65 civiles en el sur de Afganistán, según confirmaron ayer autoridades locales. Fuentes policiales también hablaron de la muerte de 35 milicianos afganos en los bombardeos ocurridos en la noche del viernes en el distrito de Geriskh, en la sureña provincia de Helmand. Cientos de afganos han muerto en lo que va de año en los bombardeos indiscriminados de las tropas de ocupación.

GARA | KABUL

El distrito de Gerishk volvió a ser blanco de los aviones de guerra de la OTAN y, en la noche del viernes, al igual que el pasado 22 de junio, la población civil afgana volvió a ser blanco de los bombardeos indiscriminados perpetrados por aparatos estadounidenses. Si el 22 de junio los civiles muertos fueron 25, entre ellos nueve mujeres y tres niños, ayer eran 65 las personas muertas -el pasado 18 de junio otros siete niños morían en el bombardeo de una madrasa y una mezquita en el sudeste de Afganistán-.

La nueva matanza reabre el debate sobre los «daños colaterales» -al menos 300 personas muertas en 2007- que causan las fuerzas de ocupación que lidera EEUU. Un debate que los extranjeros habitualmente minimizan y ocultan, y cuyas víctimas figuran en la lista de la «fuerza enemiga» abatida.

Ayer, el jefe del distrito de Geriskh, Dur Alishah, aseguró que «nuestra investigación confirma la presencia de mujeres y niños entre los 65 civiles muertos» en los bombardeos nocturnos ocupantes.

Los primeros resultados de una investigación policial hablaban de 35 milicianos afganos muertos. También resultaron destrozadas seis viviendas.

Inicialmente las cifras ofrecidas oscilaban entre «120 y 130» guerrilleros y civiles muertos, aunque las primeras informaciones, siguiendo el «manual», hablaban de «8 civiles y 39 talibanes muertos» en otra operación contra la resistencia. Sólo a medida que transcurrió la jornada se abrieron paso los datos que daban cuenta de la nueva matanza y de la brutalidad occidental. Los responsables, que primero intentaron ocultar su fechoría, prometieron después «investigarla».

De entrada, las tropas de ocupación reconocieron que en los bombardeos nocturnos habían muerto civiles, aunque rebajaban el número de civiles muertos sin ofrecer datos concretos.

Las tropas extranjeras, sin embargo, sí ofrecieron su propia versión de la matanza. Así, las tropas de ocupación y sus aliados locales habrían respondido a un ataque con morteros y lanzacohetes de la milicia afgana que, al parecer, no causó daños ni a los occidentales ni a los paramilitares indígenas. Según este relato, los guerrilleros se habrían escondido después en un pueblo cercano a Haidarabad y sus posiciones «claramente identificadas», con el resultado ya conocido: 65 civiles muertos. Los autores de la matanza acusaron a los guerrilleros de utilizar a los civiles para sus fines por buscar refugio entre ellos.

Sin embargo, la muerte gratuita de personas en Afganistán a manos de la OTAN es una de la razones del escaso o nulo apoyo de la población a las tropas extranjeras que prometieron llevar al país la «democracia». Incluso el presidente títere, Hamid Karzai, consciente de que la brecha que separa al gobierno instalado por EEUU y el pueblo aumenta, salió a la palestra el 23 de junio para denunciar que si «uno combate a los terroristas disparando armamento desde una distancia de 37 kilómetros contra un objetivo. Eso, definitivamente, causará víctimas civiles».

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