La peregrina canadiense aseguró ayer en Donostia, en la primera jornada del juicio, que fue violada en tres ocasiones. Por su parte, el acusado negó los hechos y afirmó que ni siquiera mantuvieron relaciones aunque ella se lo propuso a cambio de cien euros.

Los hechos enjuiciados se iniciaron el 31 de agosto de 2005, cuando la joven agredida llegó en tren a la estación de Renfe de Irun, donde trabajaba el acusado, quien le ofreció ayuda para encontrar un alojamiento en las cercanías.

El procesado, de origen magrebí, guardó el equipaje y la bicicleta de la peregrina en una dependencia de la estación y la acompañó hasta una pensión de la localidad guipuzcoana donde, tras pagar una habitación a la chica, le propuso ir a cenar.

Posteriormente, ambos acudieron a un restaurante, a pesar de que la chica había manifestado al hombre que estaba cansada y que quería ir a descansar a la pensión. Sin embargo, en el camino de regreso, ya en la madrugada del 1 de setiembre, el procesado no paró el vehículo en el motel y se dirigió a una zona apartada de Hondarribia donde aparcó el automóvil.

La víctima aprovechó ese instante para intentar escapar, aunque el procesado la forzó a entrar de nuevo en el coche, donde, según la calificación provisional del fiscal, le propinó «fuertes golpes en la cara, hombros, brazos y manos» y presuntamente abusó de ella y la penetró en tres ocasiones a pesar de la resistencia de la mujer.

29 años por violar a sus hijos

Por otro lado, el jueves se celebró en Iruñea el juicio contra un vecino de Berriozar, para el que la fiscal pide 29 años de cárcel acusado de violar, maltratar y abusar sexualmente de dos hijas y un hijo, y 15 años de prisión para la madre de las víctimas, por conocer los hechos y no hacer nada para evitarlos. El hombre, F.J.S., y la mujer, MP. D.B., ambos de 46 años, comenzaron a convivir en el año 1994 con una niña de 7 años y un niño de 5, hijos de ella; dos años después nació otra niña, hija común de los procesados.

El hombre negó haber violado en varias ocasiones a la hijastra, que entonces tenía 7 años y padece un retraso mental, así como haber abusado de su propia hija de cinco años.

Por su parte, la acusada reconoció que por aquellas fechas bebía, aunque negó saber lo que su compañero hacía a los niños porque «no se lo hubiera permitido ni seguiríamos juntos». Las declaraciones de las víctimas, que ahora viven en Jaén con su abuela, se realizaron a través de videoconferencia. La joven, que ahora tiene 17 años, explicó que su padre le hacía «barbaridades» mientras su madre lo veía y «no hacía nada», además de añadir que siempre estaba «bebiendo y luego nos pegaba». «No los quiero ver ni en fotografía», añadió, antes de explicar que el hombre abusó de ella «muchas veces» en la cama, en el sofá y en la bañera y delante de su hermano, y que a los dos los amenazaba continuamente con matarlos si contaban lo que les hacía.