Raimundo Fitero
Reencuentro
Hacía tiempo que por circunstancias diversas no había tenido la oportunidad de ver ninguna entrega de uno de esos espacios que tantas veces me han solucionado el domingo y esta esquina: «Línea 900», en La 2. Y no pudo ser mejor el reencuentro porque se acercó al 3 de marzo gasteiztarra, a esa parte de la historia de la transición que ha quedado impune, una de las muchas vergüenzas de aquellos tiempos, pero que en esta entrega del programa se trataba de una manera nítida, clara, dejando hablar a quienes tenían responsabilidad en plaza, aunque, claro está, no accedieron a hablar los demócratas de toda la vida, Fraga o Martín Villa, lo cual viene a confirmar que estos dos individuos siguen siendo la parte nominal del franquismo residual que queda, pero que por los apellidos que suenan, podemos confirmar que pocas cosas han cambiado.
Una magnífica entrega con las grabaciones de las radios policiales en donde se confirma que no fue una casualidad, con las del día del funeral, con un mando reclamando intervenir de manera contundente ante el pueblo gasteiztarra en masa en las calles, con el cínico de Manuel Fraga dando un discurso apestoso de fascismo, es decir recordando de dónde venimos y dónde estamos. Y que la televisión pública, cuando quiere y deja a sus profesionales trabajar, puede ofrecer programas que sean aleccionadores, que aporten más documentación, como el lugar donde están los legajos de las instrucciones sumariales militares por las acusaciones de asesinato, peor que quedaron pedidas porque aseguraban que no se podía decir quién era el sujeto que había disparado causando la muerte.
Un buen ejercicio de memoria histórica, de hace treinta años, que no es mucho, pero que todavía forma parte del imaginario colectivo no solamente gasteiztarra, no solamente vasco, sino de gran parte de ciudadanos comprometidos con la libertad en el Estado español, ya que aquello no fue nada más que una lucha para acabar con el sindicato vertical franquista imperante, un simulacro vergonzante. La Policía salió con órdenes precisas para reprimir violentamente a quienes iban contra el capital. Exactamente igual que ahora, treinta años después.