La Fundación Bancaja es propietaria de uno de los mejores fondos de la obra gráfica de Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, 1973). En otoño de 2005 se pudo admirar en el Museo de Bellas Artes de Bilbo el conjunto ``Caja de remordimientos''. Gracias al programa ``El papel del arte'', ayer quedó inaugurada en esta misma pinacoteca la exposición ``Picasso: Suite Vollard'', compuesta por un centenar de estampas del pintor español.

En el catálogo que ha sido editado con motivo de la muestra, Pierre Daix, biógrafo del artista, no duda en referirse a este grupo de estampas como una de las obras maestras de toda la producción del genial creador, «por su perfección artística, realizada con total libertad de perfección», dice.

Se trata de una de las series gráficas más importantes de la historia del arte, sólo comparable en calidad y extensión a los grabados realizados anteriormente por Goya o Rembrant.

Cuatro bloques temáticos

Las piezas que se exhiben en el Museo de Bellas Artes bilbaino, echas con distinta técnica, abordan los principales temas que preocuparon a Pablo Picasso. El director de la pinacoteca, Javier Viar, que se encargó ayer de la presentación a los medios de la exposición, citó cuatro bloques temáticos: ``El taller del escultor'', ``El minotauro'', ``Rembrandt'' y ``La batalla del amor''.

Los mismos argumentos se repiten en su pintura y su escultura de esos años, probablemente los más intensos de su carrera artística. El espectador puede advertir fácilmente algunos temas que Picasso desarrollaría en el ``Guernica''.

El pintor realizó estos cobres entre 1930 y 1936 para el marchante Ambroise Vollard. Fue un encargo a largo plazo y que pudo atajar con total libertad. Del trabajo realizado durante seis años, Picasso seleccionó un total de 97 planchas, a las que añadió tres retratos de Ambroise Vollard, en 1937.

Los grabados están realizados sobre papel verjurado de Montval, de 445 x 340 milímetros. Noventa y siete de las piezas están firmadas por Picasso con lápiz negro; en las tres restantes, los retratos de Vollard, estampó su rúbrica con lápiz rojo. Estos últimos son vestigio de un proyecto que Picasso propuso al galerista, al que quiso retratar periódicamente, empresa que finalmente no llevó a cabo.

En cuanto a la técnica, el artista malagueño utilizó de manera novedosa el grabado al buril, la punta seca, el aguafuerte y la aguatinta al azúcar.

Salvo en contadas ocasiones, la presentación de la «Suite Vollard» se ha realizado estampa por estampa. Las planchas originales se conservan en el Museo Picasso de París.

Descubridor de grandes artistas

Ambroise Vollard se interesó por los artistas ignorados por los círculos oficiales y apoyó desde su galería a aquellos que buscaron nuevos caminos. En su sala de la capital francesa expusieron Manet, Degas, Cézanne, Odilon Redon, Bonnard, Gauguin, Matisse, Derain, Vlaminck, Van Dongen y Rouault, además del malagueño, al que abrió las puertas de su casa cuando aún era un artista adolescente, en 1901. Picasso compartió entonces este espacio con Iturrino, que era en aquella época toda una personalidad en los ambientes artísticos parisinos, a diferencia del malagueño, que acababa de empezar.

Fue Vollard quien compró sus primeros grabados, de 1904-05. Forman parte de la serie ``Los Saltimbanquis'', de la que la estampa más conocida es ``Le repas frugal''.

Fue también Vollard quien realizó a Picasso el primer encargo en este campo, en 1927. El marchante le pidió que ilustrara ``Le Chef-d'oeuvre inconnu'', de Balzac. El resultado fueron 13 aguafuertes.

La lectura de este texto (``La obra maestra desconocida'') le impresionó profundamente. En él se narra el esfuerzo de un pintor por atrapar la vida a través de la belleza femenina y plantea premoritoriamente los orígenes del arte moderno, del que Picasso sería uno de sus principales forjadores.

Tal y como apuntó ayer Javier Viar, son tres las figuras claves de este conjunto de obras: el propio Picasso, Vollard y la amante y modelo del primero Marie-Térèse Walter, además de los estampadores. Roger Lacourière y Jacques Frélaut fueron los maestros que introdujeron a Picasso en las técnicas del grabado. En cierta ocasión, Frélaut se refirió al interés del pintor por el dominio de la técnica. «Para mí Picasso era el más grande a causa de su misma simplicidad. Tenía una alegría de grabar, que no habría dejado a nadie el cuidado de crear en su lugar. Estaba familiarizado con todas las técnicas por el gran amor y entusiasmo con que trabajaba. Su arte de grabar era un combate. No había medio de parar esta lucha. No se encontraba contento con su trabajo hasta el momento en que podía mostrar los cientos de estampas sobre el tablero», fueron sus palabras.

En cuanto a Marie-Thérèse Walter, fue modelo y amante de Picasso cuando éste estaba casado todavía con Olga Khokhlova. Lo fue hasta 1935, cuando apareció en su vida Dora Maar.

Picasso y Walter se conocieron en 1927. Data de esa fecha el aguafuerte que representa el abrazo fogoso entre un pintor y una mujer, aunque de ella sólo se percibe un apunte del perfil. El grabado fue cada vez más explícito y, finalmente, Picasso le dedicó buen número de obras a la modelo. Cabe citar el enorme desarrollo del desnudo en estos grabados.

A pesar de que contienen una imaginería compleja, los grabados son, en general, de fácil lectura. El estilo de las piezas es muy variado y Picasso descubre una multiplicidad de recursos para la expresión.