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Martin Garitano Periodista

En Lizartza hablan latín

Ahora que Benedicto XVI ha vuelto a poner de moda las misas en latín y con el oficiante de espaldas al pueblo, en Euskal Herria hasta los ateos más recalcitrantes han vuelto al rezo latino: Salve Regina, mater misericordiae. (A la fuerza ahorcan, amigo).

En Lizartza, como ya sucedió en Sodoma y Gomorra, según cuentan en el Antiguo Testamento de Benedicto y compañía, no halló el buen Dios de la democracia el número mínimo de hombres justos y dio en convertir en inermes estatuas de sal a los electores. Se libraron sólo Regina (Lot, en aquel relato) y sus 26 fieles, que, si descontamos los diez candidatos del PP que votaron desde sus pueblos, allende el Arbol Malato, se quedan en 17. Ellos son ahora los únicos habitantes hábiles del pueblo castigado. Y, como los curas de Ratzinger, ofician en lengua ajena a los nativos, convertidos en estatuas de sal, y de espaldas a ellos: Salve Regina, mater misericordiae.

Llegaron a Lizartza rodeados de hombres armados, tan ajenos al pueblo como ellos mismos; ocuparon calles y plaza; asaltaron la casa de todos con su bandera. Afrentaron a la población y aún dijeron que de lo que se trataba era de depurar un pueblo envilecido, de liberar -¡cómo les gusta a los franquistas eso de ir liberando pueblos como liberaron Gernika o Bilbao en sus tiempos!- lo que todos entienden como un pueblo normal, uno más, de Euskal Herria, y ellos contemplan como un feudo abertzale. Lo del feudo tiene su (maldita) gracia cuando hablamos de gentes que asaltan la casa ajena y se instalan en sus aposentos como si de señores feudales se tratara.

Han impuesto su ley, su falsa ley, su código de guerra, la ley implacable del vencedor. De espaldas al pueblo y en lengua ajena, creen que no les entendemos y se mofan de las estatuas de sal, como mandan ahora Benedicto XVI y sus arzobispos con tricornio. Se equivocan. En Lizartza también saben latín: Salve Regina. Si vis pacem, para bellum. ¿O no era así?

Mejor si Regina y sus compañeros de ocupación hablaran la lengua propia de la tierra y donde dicen bellum, dijeran pakea. Y donde dicen pacem, dijeran justizia.

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