Ana Basaldua Gaminde
A Nicola Lococo
¡Aupa, Nicola! Te leo siempre que publicas en Gara y creo que es la primera vez que no estoy de acuerdo contigo.
Me parece muy interesante la «teoría de juegos», que busca la racionalidad como fin, pero tu aplicación de la misma al llamado problema vasco (que yo llamaría español), no está bien planteada; perdona mi atrevimiento.
Si alguien parte de reducir el problema a su mínima expresión es la izquierda abertzale: «El respeto a los derechos del pueblo vasco y a su voluntad de configurarse como tal» y ello a través de una mesa de diálogo, o de «juego», como prefieras. ¿Dónde están, pues, esos «innobles instrumentos» para conseguir ventajas sobre el adversario de que hablas? ¿O es que consideras tales, las justas reclamaciones populares, ante la falta de respeto a su voluntad manifestada a diario, e incluso en las urnas? Supongo que no es así, más bien diría contigo que se trata de esa «loable finalidad de solucionar el conflicto».
Analicemos en qué lado de los jugadores de la partida están esos innobles instrumentos.
¿En el de quienes sólo plantean unos derechos o en el de quienes los niegan? ¿En el de los que, por reivindicarlos, sufren represión (ilegalizaciones, cárcel, torturas), o en el de quienes emplean todos sus poderes para reprimirlos? Me parece que metes todo en el mismo saco, y me adelanto a una posible respuesta, que no mencionas para nada: ¿ETA? Creo que tú mismo, con tu lógica filosófica tienes la respuesta. ¿Qué instrumentos tiene una organización armada, frente a un adversario armado hasta los dientes (policías, ejército, poder judicial y ejecutivo)? Pero esto sería hablar de otra mesa de juego. Creo que tendrías que ser más explícito y plantear también las reglas del juego: ¿Habría que partir o no en igualdad de condiciones entre las partes contrincantes que se sientan a jugar? ¿Quiénes componen los distintos equipos contrincantes?
La partida está ahí. ¿Dicen algo sobre esto tus sabios filósofos predecesores?