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Marilyn, una bella cicatriz en la industria de Hollywood

Lejos de las bajezas de la vida diaria, Marilyn Monroe escapaba como símbolo a cualquier detalle que la acercara a las miserias de la humanidad. Amplia sonrisa, la boca entreabierta al posar y el guiño en los ojos. Esa es la Marilyn heredera de Betty Boop y alejada de lo que Norma Jean hubiese deseado ser

Iratxe FRESNEDA

Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Marilyn fue el arquetipo de mujer que Hollywood elaboró para el «estado del bienestar» y la expansión económica que Estados Unidos vivió en su momento. Pero su imagen traspasó las barreras del espacio y del tiempo y, en cierto modo, escapó al control de sus creadores. Hollywood dibujó un modelo de mujer blanca, rubia, sexual pero no agresiva, divertida pero no demasiado inteligente, para no dañar «la autoestima masculina». Se trataba de crear una femme fatale con mentalidad infantil que no resultara peligrosa para el orden imperante. Las películas en las que participó marcaron este perfil de «diosa del sexo» y la «Tentación vive arriba» fue la culminación del estereotipo.

Lejos de las bajezas de la vida diaria, Marilyn escapaba como símbolo a cualquier detalle que la acercara a las miserias de la humanidad. Amplia sonrisa, la boca entreabierta al posar y el guiño en los ojos. Esa es la Marilyn heredera de Betty Boop y alejada de lo que Norma Jean hubiese deseado ser. Aprisionada por el estereotipo y sus contratos con la industria, trató, como pudo, de escapar al sueño americano en el que se había convertido. Se casó con Arthur Miller, «huía» de los rodajes para asistir a las clases del Actor's Studio para demostrar que sabía actuar y creó su propia productora. Pero sus intentos de cambio fracasaron y, tras separarse de Miller, regresó a la Fox y al precipicio que la aguardaba. Murió sola y conservando su imagen deliciosa. Un año después de su muerte, suicidio o asesinato Betty Friedman publicó «La mística de la feminidad», un libro en el que criticaba la sociedad patriarcal e imperialista estadounidense en la que la mujer estaba destinada a ser una esposa modelo. Amas de casa y madres de profesión a tiempo completo además de explosivas en la cama, así debían ser ellas. Los arquetipos matan, Marilyn lo sabía.

Estos días se ha hablado del libro de fotografías de Bert Stern, «Marilyn Monroe, la última sesión». Se ha destacado la humanidad de algunas de las fotos que «Vogue» no quiso publicar, por ser demasiado «espontáneas». En algunas Marilyn posaba semidesnuda y dejaba a la vista una enorme cicatriz a la altura de su cintura. Una cicatriz en la que todos dicen ver su humanidad. Ella tachó los contactos que no quería que se publicaran con un marcador naranja; entre ellos el de esa foto. Oh, Marilyn, Marilyn ximeldu da hire oroimena....

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