El verano huele a sardina asada, a sudor camuflado, a incendio. Los desodorantes, los perfumes, las cremas cutáneas, el adiós de las series o de los programas de acompañamiento diario dejan un rastro de olor a nostalgia. Algunos volverán para alborozo de sus fieles, otros pasarán a formar parte del debe de los programadores. Se nos ha ido «House» y nos deja una sensación satisfactoria. Superada la primera ilusión por el conocimiento y sorpresa de sus personajes, del propio concepto de la medicina y de la atención hospitalaria, ha llegado el tiempo de la consolidación. Y esperaremos con angustia aliviada a que vuelvan sus nuevos episodios, aunque ahora se pueden conseguir los deuvedés de las temporadas pasadas, o se pueda conectar con la cadena Fox en cualquier plataforma en donde van emitiendo capítulos para mantener el cordón umbilical con los más enganchados a las disquisiciones del doctor de las malas pulgas.

El olor oleoginoso de los cuerpos, el salitre, la brisa de los montes en su proceso de segregación de sus recursos hídricos, se pueden convertir en poesía. O en canción de verano, ¿pero tienen olor las series? Hay momentos televisivos que me huelen a fritanga, otros a zumo de frutas, pocos a pan tostado, hay retransmisiones deportivas que van unidas a las paellas o a las ijadas de bonito a la barbacoa. Hay sintonías de noticiarios que siempre las recuerdo con un ruido de fondo de batir de huevos para la tortilla de noche. Y los goles me huelen a combinado de ginebra.

¿A qué huelen «Los Simpson»? Esta es una de esas series mitológicas, día a día, durante meses, con capítulos nuevos, viejos, viejísimos, que mantienen unos resultados de audiencia realmente importantes. Y se emite, además, en la Fox en las plataformas de pago. ¿Huele a cloroformo o a los flujos del amor «Anatomía de Grey»? En Cuatro dieron el primer capítulo de una nueva serie que hemos seguido en Fox, «Cinco hermanos», muy buena realización, un reparto excelente, una historia familiar que se ramifica y crea una saga que engarza con las viejas series populares como «Dinastía». Huele a seda, champán francés y cuero en los asientos de los coches de lujo.