Martin Garitano Periodista
Cambiar para que todo siga igual
Los resultados electorales y las componendas posteriores ofrecen un panorama complicado que, por contradictorio que pudiera parecer, ayuda a clarificar un tanto quién es cada cual, que dice defender y qué defiende a la hora de la verdad.
En Nafarroa, el curioso perdedor, UPN, que obtuvo mucho más votos que sus contrincantes, comprueba que la mayoría de la sociedad navarra le quiere fuera del Palacio Foral. Ha sido tan insufrible su bombardeo sistemático a la cultura, la inteligencia y el progreso que han terminado por hastiar al personal.
Y han sido PSN y NaBai quienes, al rebufo de ese deseo tan extendido, han resultado beneficiados. Eso era lo que decían defender y ahora, el cambio prometido se ha trastocado en un mero cambio de titularidad en las sillas gubernamentales. No habrá cambio en la impuesta estructura política e institucional del Amejoramiento; no habrá modificación en la insufrible Ley del Vascuence... Un tongo.
En los otros tres territorios del sur, el gran perdedor, el PNV, sostiene discursos diferenciados en cada uno. Y así, la máxima ignaciana alcanza todo su esplendor porque, como dijo el de Loyola, lo que es válido aquí puede no serlo allí. En Bizkaia, Urkullu insiste en el españoleo de Imaz y en Gipuzkoa, Egibar vende un discurso turboabertzale, más acorde con el sentir de sus bases y su electorado. Todos, sin embargo, en el mismo partido. Vendieron construcción -«Vamos a hacer más»- y al abrir el paquete comprobamos que sólo hay afán desmedido por seguir aferrados a unas sillas en las que calientan el trasero desde hace casi treinta años.
Y mientras tanto, Ibarretxe calla. Vendió un plan con incrustaciones nacionales y democráticas, con su referéndum y todo, se lo tumbaron a la primera de cambio en el Madrid de la reforma franquista y ahora es Eusko Alkartasuna -que ha tocado poder en Gipuzkoa de la mano de Egibar- quien lo saca a relucir como elemento innovador para acometer la difícil empresa de la normalización política y la resolución del conflicto.
Y mientras tanto, todos ellos callan ante la vergonzante imagen de Otegi encarcelado. Las cosas, como ven, no cambian.