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Maite Soroa

¿Que fue el «Espíritu de Ermua»?

 

El llamado `Espíritu de Ermua' cumple diez años, y no hay manera de saber qué fue aquello. Cayetano González, en «El Mundo» advertía «se ha demostrado, (...) que hay una parte muy importante de la sociedad española que está dispuesta a resistir no solamente a los embates de los terroristas, sino a lo que en otro orden de cosas en más grave: a un Gobierno, a un presidente, que ha mostrado con creces, y me temo que sigue mostrando, su disposición a negociar y a pagar un precio político por la paz».

Para el editorialista de «La Razón» «La reacción popular asustó y desorientó a las huestes de Arzalluz y, tras unos momentos de cierta congoja, no dudaron en acudir al rescate de ETA con el Pacto de Lizarra. (...) Diez años después, el dedo acusador de Ermua apunta a los nacionalistas recogedores de nueces, cuya memoria es tan corta como su dignidad». En «Abc» se lamentaban: «No es compatible Ermua con negociar con Batasuna clandestinamente desde 2002, ni con ETA desde junio de 2005; ni con ceder al chantaje de De Juana Chaos; ni con dar impunidad a Arnaldo Otegi, por más que, ahora, cuando conviene, uno y otro estén en prisión; ni con abrir de nuevo los ayuntamientos a la izquierda proetarra; ni con faltar a la verdad a los ciudadanos, al Partido Popular y al Parlamento, ni con atacar al Foro de Ermua».

Otra visión se publicaba en «Diario de Noticias»: «El PP convirtió aquella catarsis colectiva en un ariete, primero contra todo el nacionalismo, y después, contra el Gobierno socialista. Hasta tal punto el PP desvirtuó el carácter unitario, apartidista y profundamente democrático de aquella expresión generalizada contra el terrorismo que diez años después, el propio Ayuntamiento de Ermua, incluido el voto de un concejal del PP, ha exigido que (...) lo que ese pueblo sufrió no lo aproveche la derecha del PP». Y José Ignacio Calleja, profesor de moral social cristiana, aseguraba en «El Correo Español»: «Podemos pensar que el terrorismo de ETA es hoy un mal políticamente incurable, y así se acaba de comprobar. Pero no podemos suponer que lo vaya a ser siempre y para cualquier generación. Yo así lo creo, y desde luego no pienso que esté traicionando a Miguel Angel Blanco, ni a la lección moral y política que, respecto a ETA, aprendí para siempre aquel sábado, 12 de julio, de hace diez años». Es lo que hay.

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