Localizaciones de cine I: El desierto de las Bardenas
Más de un cineasta ha escogido el desierto de las Bardenas como telón de fondo para fundir a sus personajes con el entorno o, simplemente, para retratarlo. Sin embargo, de entre todas las películas que allí se han rodado hay una que, bueno, no se acabó de rodar: «El hombre que mató a Don Quijote», de Terry Gilliam
Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Estos días hemos visto (y veremos) las imágenes del rodaje de la última película de Woody Allen en Barcelona. Mientras observaba las noticias sobre la filmación, pensaba en lo mucho que puede afectar, para bien o para mal, la selección de una localización determinada para filmar una película. Es relativamente lógico que, a plena luz del día, un rodaje llame la atención de fans y curiosos. Sobre todo si una película se publicita antes de serlo y, además, tiene como protagonistas a Woody Allen y Scarlett Johansson. Y me he acordado de un lugar que, como todos los desiertos, me parece increíble, digno de convertirse en espacio fílmico para grandes y pequeñas historias. De hecho, así ha sido. Más de un cineasta ha escogido el desierto de las Bardenas como telón de fondo para fundir a sus personajes con el entorno o, simplemente, para retratarlo. Y, como avispadamente han sabido ver los organizadores de la exposición itinerante «Navarra y el cine», Nafarroa puede ser un gran plató. ¿Qué mejor manera de acercarse a la idea de una film commission que la de enseñar tus bondades de un sitio para otro?
Es verdad que Nafarroa tiene una inagotable diversidad de paisajes, pero su desierto... Su desierto se ha convertido en el planeta Asturias en «Acción Mutante», de Álex de la Iglesia; en un recóndito lugar de Azerbaiyán para 007 en «The World Is Not Enough»; en escenografía para «Airbag», de Juanma Bajo Ulloa... Sin embargo, de entre todas las películas que allí se han rodado hay una que, bueno, no se acabó de rodar: «El hombre que mató a Don Quijote», de Terry Gilliam. Después de pasarse una década desarrollando el proyecto e intentando venderlo por aquí y allá, tras conseguir el dinero suficiente y a Johnny Depp y Jean Rochefort, comenzó el rodaje. Una de las localizaciones escogidas: Las Bardenas. Pero al mismo tiempo que se inició la grabación comenzaron los problemas: presupuestos necesitados de reajustes, seis días de rodaje en los que «oportunamente» sobrevolaban el set aviones del ejército, las tormentas que se convertían en autenticas catástrofes... Nada parecía colaborar para que el equipo del ex Monty Py-thon llevara la historia del locuelo hidalgo a la gran pantalla. Todo esto quedó registrado por la cámara en el documental «Lost in la Mancha», que en lugar de ser un «cómo se hizo...» se convirtió en un «cómo no pudo hacerse...», en las Bardenas.