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Un payaso en la Casa Blanca

«El hombre del año»

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El tándem formado por el director Barry Levinson y el actor Robin Williams dio un éxito puntual con «Good Morning Vietnam», pero la industria todavía no le ha perdonado el posterior fracaso de «Toys». Así se explica que su nueva película compartida haya ido directamente al formato doméstico sin pasar por las salas de cine. La edición en dvd tiene un doblaje al castellano de andar por casa. Un lastre que reduce aún más su difusión, pues solamente resulta soportable en la versión original con subtítulos. Le he tenido que dedicar un par de visionados, ya que se trata de una comedia dialogada, con larguísimos parlamentos en el argot de los políticos norteamericanos y con la celeridad de palabra que exigen los discursos y debates televisivos. Teniendo en cuenta que su mordiente reside en la sutileza verbal, hasta se entiende que esté pasando tan desapercibida. Se ha dicho que el contenido crítico de «El hombre del año» resulta inferior al que el mismo Levinson mostró en «La cortina de humo», pero en el fondo ambos títulos denuncian el poder manipulador de los medios de comunicación bajo el control del gobierno. El matiz diferenciador lo pone el tono abiertamente satírico que emplea Robin Williams en su caricatura presidencial, al tratarse de un cómico que se presenta a las elecciones y las gana, evidenciando que todo el sistema es una bufonada. Respecto a un desenlace que se ha tildado un tanto a la ligera de conservador, habría que aclarar que la intención de Levinson es recalcar que hay demasiados intereses en juego como para que el estado de las cosas vaya a cambiar. A lo máximo que permite llegar es a ridiculizarlo, cosa que lleva a cabo este payaso mediático. De no mediar el error informático en el computo de votos, jamás habría salido vencedor.

 
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