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Silvia Ribeiro Investigadora

Los piratas del clima

Varios gobiernos han participado en este tipo de experimentos de geoingeniería -modificación del ambiente planetario en totalidad- como posible mitigación del cambio climático

Frente a la tragedia del cambio climático han surgido todo tipo de empresas que están haciendo negocios con la excusa de tomar medidas para mitigarlo. La mayoría incluso lo empeoran o crean nuevos problemas.

Planktos Inc. es una empresa con sede en San Francisco, Budapest y Vancouver, que se dedica a vender «créditos de carbono» a quienes quieran pagar sus culpas ambientales. Para ello hacen un cálculo de la cantidad de emisiones de dióxido de carbono que produce un hogar, diferentes vehículos y medios de transporte o actividades industriales. Una casa mediana puede pagarle a Planktos 60 dólares y con eso «borrar completamente» su huella ecológica. El pecado de un vuelo doméstico se puede absolver con sólo 5 dólares, o si es internacional, con 20. Si usted usa bicicleta y lleva una vida de consumo austero, de todos modos puede pagarle a Planktos para que arreglen con la madre naturaleza cómo absorber la contaminación general. Claro que el verdadero negocio de Planktos son las empresas, a las que ofrece planes especiales mucho más costosos, según cuanta contaminación produzcan.

La forma de «pagar» de Planktos es diseminar nano partículas de hierro en el mar, para aumentar sus propiedades como sumidero de carbono. Esto parte de la teoría del oceanógrafo John Martin, que en 1990 planteó la posibilidad de enfriar el clima estimulando el crecimiento de fitoplancton en los océanos, que también generaría nubes. El hierro funciona como fertilizante del plancton, que absorbe dióxido de carbono, bajando también la temperatura del mar.

Varios gobiernos han participado en este tipo de experimentos de geoingeniería -modificación del ambiente planetario en totalidad- como posible mitigación del cambio climático. Incluso el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) lo mencionaba como tal. Pero en mayo del 2007, el IPCC reprobó este tipo de experimentos, afirmando en su informe que «Las opciones de utilizar geoingeniería siguen siendo altamente especulativas y tienen el riesgo de efecto colaterales desconocidos».

Casi al mismo tiempo, la revista «Nature», publicó un estudió de 47 científicos oceánicos sobre la fertilización con hierro. Entre sus conclusiones, afirman que la fertilización con hierro tiene pocas posibilidades de capturar carbono, y menos en forma permanente. Puede absorber cierta cantidad, pero luego lo libera nuevamente. Ya antes la revista «Science» había advertido sobre los riesgos que podría significar para las cadenas alimentarias marinas la sobrealimentación repentina por el aumento de fitoplancton. Señalaban un riesgo aún mayor cuando estos experimentos están a cargo de empresas comerciales, que entre la falta de regulación y su ambición de ganar dinero, podrían producir verdaderos desastres, con hierro u otras sustancias.

Planktos no es la única empresa que está vendiendo créditos de carbono a través de la fertilización con hierro. También existen otras como GreenSea Venture Inc, que ya realizó experimen- tos en el Golfo de México, y Climos, con sede en San Francisco.

Lo paradigmático de Planktos, es que anuncia que hará un vertido de hierro en el océano mucho mayor a ninguno antes realizado; en nanopartículas (que agrega a los riesgos, el desconocimiento del comportamiento de las partículas nanométricas y el hecho de que durarían más tiempo en la superficie); en un área de 10.000 kilómetros cuadrados cercanos a las Islas Galápagos, un ecosistema único y muy delicado, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Esto pese a que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, (EPA, por sus siglas en inglés), le indicó que este vertido contraviene la legislación Ocean Dumping Act, de Estados Unidos, por lo que no podía hacerlo ni en sus aguas ni con su barco Weatherbird II, ya que tiene bandera de ese país. La respuesta de Planktos, que se proclama ambientalmente responsable -incluso para pagar las culpas ambientales de otros- fue que podían cambiar de barco o de bandera, para realizar el vertido en Galápagos. Frente a la protesta de varias organizaciones de la sociedad civil y de las propias autoridades del Parque Nacional de Galápagos, este 22 de junio de 2007, el comité científico asesor del Convenio de Londres de la Organización Marítima Internacional (que se ocupa de la contaminación de los mares por vertido de desechos), hizo una decla- ración donde «nota con preocupación que este tipo de experimentos a gran escala pueden tener potenciales impactos nega- tivos, tanto sobre el ambiente marino como en la salud humana» y por tanto se requieren evaluaciones cuidadosas sobre muchos aspectos, antes de proseguir con ellos. Indica también que este tipo de experimentos además no parece tener efectividad para lo que dicen ser su propósito: absorber dióxido de carbono. De hecho, el director de Planktos admitió en una entrevista radial que su actividad «Es más bien un experimento de negocios que un experimento científico».

Resumiendo: a costa de la tragedia del cambio climático, surgen empresas que venden sus «servicios» aprovechando el mercado de emisiones de carbono (nefasto y erróneo de origen, ya que no va a las causas reales sino solamente sirve para los negociados), se apropian de los océanos que son bienes comunes, no cumplen con la legislación de su propio país, van a los mares del sur a contaminar áreas únicas como Galápagos y crean nuevos problemas que incluso podrían empeorar lo que dicen combatir.

© Alai-amlatina

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