maite soroa
Ya se han liado a bofetadas
El editorialista de «El País» se hacía ayer cruces por la división en el décimo aniversario de aquello que llamaron «Espíritu de Ermua»: «Resulta cuando menos asombrosa la imposibilidad de recordar a Blanco con un único acto (...). Pero enfrentados a esa desatinada realidad, fue un despropósito adicional contraponer una convocatoria a la otra, en el caso de la fundación, por el respeto que merecen sus familiares, y en el caso del Ayuntamiento, porque se trata de la institución que representa a los ciudadanos de Ermua y que, por tanto, encarna allí el sistema democrático, gobierne la mayoría que gobierne».
En «La Razón», Iñaki Ezkerra sentenciaba: «No se puede reivindicar el espíritu que nació en aquellos días soleados del verano del 97 y a la vez dejar solas a las víctimas, dejarlas solas simbólica y físicamente, cambiar su compañía por la de los nacionalistas que aquellas fechas históricas se pusieron en la pancarta porque no había más remedio y que en cuanto la soltaron empezaron a luchar contra Ermua, a trabajar contra Ermua, a borrar las huellas de lo que allí había ocurrido y de su significado ideológico». Ya ven cómo se las gastan los de la derechona.
En «Abc» la respuesta venía de la mano de Edurne Uriarte, en cuya opinión «Si el Gobierno no ha ido a Ermua, ni estuvo en la manifestación, ni con la familia de Miguel Ángel Blanco, no se debe a su enemistad con el PP sino a que Zapatero ha hecho una política sobre el terrorismo completamente contraria a Ermua. Y no puede estar en Ermua negándose a sí mismo y a su proyecto».
Pero si para concluir quieren leer la melonada más sonada, repasen el editorial de «El Mundo», donde el escriba de Pedro J. Ramírez sentenciaba:« En octubre de 2004, María Teresa Fernández de la Vega, en calidad de presidenta en funciones, tributó un sentido homenaje al ex presidente de la Generalitat Lluis Companys en el foso del castillo de Montjuic. Las autoridades catalanas y el Gobierno procuraban la rehabilitación histórica y moral de Companys, a quien llamaron el `presidente mártir' porque en 1940 fue fusilado tras un consejo de guerra franquista. Ahora, sin embargo, el Gobierno de la memoria histórica se olvida de un mártir de la democracia de trayectoria mucho menos polémica que la de Companys». Si es que les rascas un poco y les sale el monstruo...