Los efectos positivos de un proceso de paz
Ayer, 12 de julio, era el día en el que la Orden de Orange conmemoraba la victoria de Guillermo de Orange sobre el monarca católico Jaime II. Su empeño en recorrer el interior de los machacados distritos de mayoría republicana, sus cánticos y sus provocaciones han generado año tras año graves enfrentamientos. Incluso en los tiempos en los que el proceso de paz ya estaba en marcha, y los unionistas eran los únicos que rechazaban de forma activa cualquier posibilidad de normalización de la vida política, las marchas generaron graves conflictos, sobre todo en aquellos lugares donde la población sufre mayoritariamente las consecuencias del enfrentamiento. Este año, la Orden de Orange aceptó que ha llegado la hora de negociar con sus vecinos nacionalistas y, por primera vez en mucho tiempo, las marchas que se producen en muy diversas localidades en esta época están transcurriendo sin los graves enfrentamientos de otras ocasiones y sin los bloqueos policiales impuestos en algunos lugares por la Comisión de Marchas. Ello no significa en ningún caso que la crítica política de unos y otros haya estado ausente, algo lógico mientras el fondo del conflicto siga sin resolverse definitivamente.
Este cambio de escenario, por supuesto, no es en absoluto casual. Muy al contrario, ésta es una de las consecuencias deseadas del proceso de paz irlandés, que se ha reactivado fundamentalmente tras la formación del Gobierno autónomo con la participación de unionistas y nacionalistas. Los gestos y sobre todo los hechos que esa reactivación está propiciando, parecen estar calando en un unionismo que ya no aparece tan dispuesto a torpedear el proceso de paz. Iniciativas como el viaje a Estados Unidos de una delegación de ministros unionistas del Ejecutivo norirlandés, encabezada por el viceprimer ministro Martin McGuinness, o el abandono de los militares británicos de su última base militar operativa en el sur de Armagh son hechos que convierten el proceso de normalización, por fin, en una realidad palpable, despues de haberse visto limitado durante años a meros gestos y formulaciones teóricas.