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Luis Beroiz Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho (A la atención, otra vez, de Joaquín Almunia Amann)

Puzzle electoral

Me pregunto si te resulta cómodo convivir con todos esos demócratas que han conseguido, en estos últimos comicios, que los perdedores sean ganadores y los ganadores perdedores

Sartaguda, Koki, cae entre Lodosa y San Adrián y le separa de Pradejón el río Ebro. Mientras en esa localidad ribera se rendía culto a la dignidad y se abrían las puertas a la libertad, tu colega el del talante va y se arruga y amenaza y nos dice que perdamos toda esperanza. Toda, Koki. Y ello, a pesar de que la gran mayoría de los ciudadanos, de aquí y de allí, le siguen reclamando una negociación que todavía no se ha atrevido a afrontar con rigor. Un poco más arriba, en otro municipio, Ermua, el pueblo os ha vuelto la espalda y os ha recordado que su espíritu es de ellos y no botín de burdos atracadores. Sebastián, mientras tanto, desfilando descalzo y sacando sus lábaros a la calle.

En el municipio navarro, el buenazo de José Manuel decidió cortar los alerones a los herederos de aquellos que habían sembrado de cadáveres sus cunetas y de viudas el poblado; se restregó el trasero con las peregrinas exigencias de su partido, el tuyo, al comprobar que aquellos y vosotros os parecíais como dos gotas de vinagre; y le sobró hombría para desmembrarlo, Manitú lo quiera, para siempre. Supo el muchacho leer el mensaje que la mayoría de votantes le había transmitido. Hoy Sartaguda es más libre, menos facha, sin duda más euskaldun, por eso mismo más navarro y va a poder resolver sus problemas con criterio propio mejor que prestado. En Iruñea, sesión de payasos con pase libre. Mientras Mariano y José Luis aparentan que se matan, nos habéis obligado a asistir a impúdicos besos con rosca, unas veces en los labios de los de Leitza y otros en los de los de Corella. Sea cual sea el desenlace, la trama nos ha descubierto lo ridícula, inepta y corrupta que puede llegar a ser la casta política. Yo repetiría las elecciones sustituyendo a todos los candidatos y dando cabida a todas las opciones. Mientras tanto, los ediles de ANV empequeñeciendo voluntariamente sus emolumentos.

Ahora vayamos a otro pueblo, Koki, al mío, a Agoitz. Allí, además de padecer, aunque en menor cuantía en algunos aspectos, idénticas amarguras que los riberos de Sartaguda, contamos con un problema añadido. Pasan ya de mil los seísmos registrados desde que desplegasteis alfombra y cazo para que se construyera y se llenara el peligroso pantano de Itoitz. Y aunque en mi pueblo estáis desaparecidos, habéis puesto todo el esmero en acallar sus voces, anulando las papeletas que clamaban cambio. Presiento que aquí ni el cambio de nombre, ni la «descontaminación» de los candidatos hubiesen sido garantía de pasar a través de los agujeros del colador que os sacasteis de la chistera. A pesar de las trabas, en mi pueblo mayoritariamente se ha votado la paralización del llenado y se ha exigido su vaciado. ¿Servirá de algo? El del talante, mientras tanto, nos atemoriza prometiendo que será implacable, como si en algún momento hubiese dejado de serlo. Arnaldo, por hablar y De Juana, por escribir, los dos en prisión. Y los demás por generosos.

Sin dar carpetazo a los pasados comicios, algunos ya están manipulando los próximos. Entre los madrugadores, un amigo común, Zallo, Dn. Ramón, otrora militante, ahora profesor y asesor, estratega, que nos acaba de obsequiar con una hoja de ruta repletica de obviedades. En su entrega, tras masacrar a la organización armada, fustigar y desautorizar a la izquierda abertzale, dar un leve tirón de orejas a los socialistas y exculpar a los nacionalistas, se echa en brazos del lehendakari, para el que trabaja, solicitando su liderazgo para una enésima nueva intentona, obviando que el problema no son los pasos, sino la mediocridad evidenciada de los actuales interlocutores institucionales y, de rebote, también de los que les suministran consejo. Pero ¡si hasta Juan José lo reconoce en un gesto que, si no fuese calculado, habría que enmarcarlo! Mientras tanto, Josu Jon se asoma a la ventana que le ofrece nuestro amigo Pito para expeler ventosidades. ¡Qué fijación!...

Debiera saber Zallo, ahora que él mismo pide que «se aireen los abusos del poder y que se apoye a todo tipo de víctimas», ahora que emergen planes solicitando desapariciones de audiencias, dispersiones, incomunicaciones, presunciones de inocencia y demás, debiera saber, repito, que, bajo el mandato y responsabilidad del político al que asesora se ha torturado hasta la delación, se ha entregado con regocijo y se ha condenado a cadena casi perpetua por imputaciones que su policía es incapaz de probar. Esa es la sangrante realidad. Si Ramón le pidiera al lehendakari que reconozca humilde y públicamente ese proceder cipayo y éste le hiciera caso, entonces sí, yo sería el primero en recabarlo para líder de todos los vascos y de todas las vascas. ¡Ya está bien! Nos engatusan con planes, cuando lo que exigimos son ¡plantes!, con t de tercos. Mientras tanto, Leño, artista siempre, haciéndoles pasar un rato agradable, en Errota, a los aitas de uno de sus presos.

Sé que no te gusta que te escriba, a mí tampoco, pero el destino, disfrazado de consejero de Interior, ha hecho que nos volva- mos a encontrar, eso sí, uno a cada lado de la línea divisoria. Me pregunto, Koki, si te resulta cómodo convivir al lado de todos esos demócratas que han conseguido, en estos últimos comicios, que los perdedores sean ganadores y los ganadores perdedores, tergiversando el mandato del pueblo y haciendo caso omiso de sus mensajes. Antaño, los tres estábamos en este lado de la divisoria. Hogaño, os tengo lógicamente que ubicar a los dos en el otro. Entonces erais ejemplares, admirables. ¿Hoy? Hoy os oigo callar ante estas tropelías y me rebelo, os contemplo anulando mi sufragio y no puedo evitar una mueca despectiva. Mientras tanto, el milagro continúa: los presos cada vez más firmes y sus familiares cada vez más fuertes. ¿Te cuento la pestilente toma de Lizartza? ¿Me cuentas el regreso de Bono?...

Acabo. Hay una receta para las tentaciones típicas y clásicas de la madurez. Se consigue con ella, dicen, recuperar el buen juicio, si se tuvo. Consiste en dar un paseo por las mañanas -si puede ser, a orillas del Irati-, luego un poco de lectura reposada -Joseba Sarrionandia, por ejemplo- y, a la atardecida, unas ráfagas de gregoriano -Capella Easo, por supuesto-. Y encima de la mesa del despacho, un manojo de flores silvestres -narcisos amarillos de Ibañeta- en florero transparente. ¡Ah! Y en el fogón, mientras tanto, dejar que se incineren las apetencias de poder, dinero y notoriedad. Resulta infalible. Quienes la han testado aseguran que retorna la fiebre por regresar allí donde antes se estuvo. Para que finalice tanto sufrimiento. Para eliminar la línea divisoria. No es otro el motivo por el que ya perdonaréis que os haya molestado.

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