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Turquía despeja dudas en las urnas

El aplastante triunfo del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en las elecciones a la Gran Asamblea Nacional (Parlamento) que se celebraron ayer en Turquía ha servido para despejar algunas dudas. La formación que lidera el actual primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, ha obtenido casi el 47% de los votos, un 13% más que en los últimos comicios, los de 2002, en los que la participación fue menor que en la jornada de ayer, en la que estaban convocados a las urnas 42,5 millones de ciudadanas y ciudadanos. Los primeros análisis coinciden en asumir que la ciudadanía se ha movilizado a favor del partido islamista y en contra del papel que pretende mantener el Ejército en esta nueva etapa política. La apuesta de la cúpula militar por dinamitar la elección del candidato de AKP a la Presidencia de la República, el musulmán Abdullah Gül, al considerar que esa opción pondría en jaque el carácter laico del Estado, ha salido derrotada, ya que el Partido Republicano del Pueblo (CHP) no ha logrado avanzar posiciones -se queda en el 28%- y, por tanto, será muy difícil que mantenga el bloqueo institucional con el que forzó la convocatoria anticipada de estas elecciones, precisamente, esperando debilitar la figura de Erdogan.

Es más, al CHP le ha salido un serio competidor en el ultranacionalista Partido de Acción Nacionalista (MHP), que ha superado la barrera del 10% de los votos, porcentaje necesario para entrar en el Parlamento, convirtiéndose en la tercera fuerza, a sólo seis puntos del Partido Republicano.

Y bajo esta representación «ideal» de la Turquía política sigue emergiendo la realidad del pueblo kurdo, que no abandona la lucha a pesar de que sus partidos, medios de comunicación e, incluso, los colores de su bandera están prohibidos y, en muchos casos, sus representantes perseguidos hasta la muerte. La veintena de electos, obligados a presentarse como «independientes», ya han avanzado que usarán su grupo parlamentario para lanzar un proceso para actuar «en una Turquía democrática en la que los kurdos puedan expresarse con libertad». Erdogan debe asumir el reto.

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