Maite SOROA
Conflicto Hernani como obsesión
No sé si será cosa de la siquiatría o de la economía, pero la fachenda hispana está obsesionada. Con Hernani, por ejemplo.
Ayer en «Abc» publicaban un artículo-basura que empezaba con una bomba informativa: «La alcaldesa de Hernani (...) tiene intención de contratar a asesores que trabajaron anteriomente en instituciones gober- nadas por Batasuna, que podrían cobrar hasta 8.000 euros al mes». Recordaba «Abc» que «Marian Beitialarrangoitia anunció recientemente una rebaja de sueldos oficiales, aunque ha establecido un sistema que permitirá a los asesores recibir una cuantiosa retribución. En concreto, dos de esos asesores -un arquitecto y un abogado- cobrarán más de 3.000 euros brutos mensuales, aunque una simple firma de la alcaldesa les permitirá recibir hasta 8.000 euros mensuales». ¡Anda la osa! O sea que los 8.000 eurazos se han convertido, por arte de birlibirloque en 3.000 euros brutos.
A partir de ahí, el delirio: «Las fuentes consultadas indicaron que el letrado que ha designado la alcaldesa estuvo ya vinculado al Ayuntamiento de Hernani cuando esta institución estuvo gobernada por EH, el nombre que adoptó HB antes de refundarse en Batasuna». Y, ¿a quién quiere que contrate como asesor? ¿Al del ultramontano Rekondo? ¿Al gabinete del PP?
Y, subido ya a la parra, advertía que «una de sus primeras decisiones, (...) fue recibir a un grupo de familiares de presos etarras (...). Las consecuencias no se hicieron esperar, porque en dos de las principales calles de la localidad, Mayor y Cardaberaz, se exhiben pancartas de grandes proporciones con fotos de los presos etarras naturales de Hernani, a modo de homenaje cotidiano al que los ciudadanos no tienen otra opción que asistir». Y piensa servidora que siempre ha habido en Euskal Herria gentes prestas a colgar pancartas en favor de sus vecinos presos. Es lo que les cuesta entender.
Y Vocento ponía el grito en el cielo porque «en este afán de someter a Hernani a un régimen al estilo talibán, Marian Beitialarrangoitia decidió recientemente no renovar el contrato al jefe de la Policía Municipal, procedente de la Ertzaintza, para nombrar a alguien de su confianza». Y una piensa que si el puesto de jefe de la Policía Municipal es un cargo de confianza, lo extraño sería mantener en el mismo a alguien que no lo es. ¿No les parece?
Mañana les contaré lo que ha escrito un enviado especial de «El País» a la misma localidad. Otra joya.