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El eco de Las campanas repica con fuerza desde la torre de Amurrio

El sonido de campanas se mantiene en muchos pueblos de Euskal Herria. En Amurrio, sin embargo, no se conforman y año tras año innovan dentro de este mundo que no por antiguo debe estancarse. Es en este camino donde ha nacido la Asociación de Campaneros.

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El sonido de campanas ha servido a lo largo de la historia tanto para avisar de la muerte de algún vecino como para alertar, durante la Guerra del 36, de la presencia de la aviación enemiga. Los medios de comunicación, sin embargo, se han apoderando de la función de alarmar o comunicar noticias. Pero no por eso las campanas han quedado obsoletas; muestra de ello es la Asociación de Campaneros de Amurrio que, desde los últimos años, está innovando en este mundo y volviendo a hacer sonar la que fuera radio de nuestros aitonas.

Según explica uno de los campaneros, José Luis Albizua, la asociación nace con intención de englobar todos los pasos que se han ido dando durante los últimos años en este terreno y conservar el relevo generacional de esta tradición. «De la veintena que somos, hay unos cuatro miembros de unos veinte años; así que se puede decir que la gente esta respondiendo», asegura Albizu y detalla las innovaciones que se han ido incluyendo, como el carillón inaugurado en 2006.

Este año, la principal novedad es la campana que se renovará el próximo 11 de agosto, coincidiendo con el IV Concierto de Campanas. Y es que la pieza situada en la torre del reloj, que databa de 1614, «sonaba mal y como no se podía refundir ni aprovechar», se ha procedido a construir una nueva, de forma romana y que pesará unos 1.000 kilos. Además, se ha aprovechado el yugo y el badajo de la anterior para reproducir de la forma más fiel posible la campana que ha estado en el reloj durante casi 400 años. Esta nueva pieza, según informa Albizua, se colocará el 6 de agosto en la torre y, la anterior, la de 1614, se dejará como elemento decorativo en la plaza del pueblo.

Otra de las adquisiciones de la Asociación es el carillón. Cada una de las 25 campanas que lo componen tiene un tono diferente, por lo que suena de forma melódica entonando todo tipo de composiciones. «Se construyó con la colaboración de vecinos y empresas del municipio, por lo que pertenece al pueblo», explica el campanero. Pero para evitar cualquier malentendido en temas relacionados con la propiedad del mismo, los campaneros firmarán el 11 de agosto un convenio con el Ayuntamiento, a través del cual la institución municipal se compromete a la conservación de todas las campanas. La iglesia, por su parte, deberá dejar subir a la torre donde se ubican todas las campanas siempre que sea necesario para mantenimiento o para fines musicales. «El convenio pretende evitar que la iglesia dentro de unos años diga que es suyo porque está en la torre; las campanas son del pueblo», reivindica Albizua.

El convenio obliga a la asociación a engrasar y mantener las campanas, tarea que, tal y como explican, no supone un gran esfuerzo. Durante las fiestas, en cambio, sí que tienen otra función, más creativa y artística: tocar manualmente las campanas. Y es que, aunque durante todo el día las piezas repican desde la torre de la iglesia, lo hacen de forma automatizada. Aun así, el campanario tiene bastante vida cualquier día; a las 12.05 el carillón entona una canción de la virgen, diferente cada día, y a las 19.05 le toca el turno a una melodía vasca. A parte de toques más melódicos, también intentan mantener los diversos toques de llamada tradicionales, tanto civiles como religiosos. «Eran la radio de los antiguos. El toque a difunto, por ejemplo, te informaba de si el que había muerto era hombre, mujer o niño. También se llamaba al consejo del alcalde... era la única forma de comunicarse», recuerda Albizua.

Todos los toques tienen su día festivo durante la semana de fiestas de Amurrio. Este año, el día 11 será la jornada dedicada especialmente a las campanas. Además de la inauguración de la nueva pieza del reloj, se llevará a cabo la cuarta edición del Concierto de Campanas que será, según Albizua, «una especie de diálogo entre campanas».

Para ello, se colocarán tres campanas en el suelo, que entablarán una especie de conversación musical con las cuatro que están colocadas en la torre. Una txalaparta, además, amenizará el encuentro consiguiendo entre todos los instrumentos un tipo de «nueva música». Evidentemente, también se reservará un espacio musical para el carillón, que con sus 25 campanas demostrará por qué es el segundo más importante de toda Euskal Herria.

Itziar AMESTOY

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