Desde la más absoluta ignorancia acerca de los reglamentos que rigen en el Tour, y como mero aficionado, hay una cuestión en el «affaire Vinokourov» -y en de Moreni- que me ha llamado poderosamente la atención. Es el hecho de que, como el kazajo ha dado positivo, todos sus compañeros de equipo se han visto obligados a hacer las maletas e irse para su casa. ¿Qué culpa tienen Kloden, Kashechkin y el resto?

Comentado este aspecto con alguno de mis compañeros, me han replicado que, probablemente, Vinokourov no sea la única manzana podrida del cesto. Mi respuesta ha sido que, en primer lugar, las sospechas son sólo eso, sospechas. Existe una máxima que asegura que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. También suele decirse que es mejor absolver a muchos culpables que condenar a un inocente.

Por poner un ejemplo cercano, ¿a alguien se le ocurre que la sanción a Gurpegi supusiera que el Athletic fuera expulsado de la Liga? Es una idea que, de plantearse, sería rechazada en décimas de segundo. ¿Se imagina alguien que todos los atletas canadienses hubieran sido castigados por aquel famoso positivo de Ben Johnson?

La verdad es que no me convence un código que, por muy ético que se apellide, castiga a unas personas por los errores o la trampas que cometen otras. Cada cual que apechugue con lo suyo.