diez años en downing street
Historias de un primer ministro que se llamaba Tony Blair
Un diario, una página web y múltiples entrevistas en los medios de comunicación. Alastair Campbell, el que fuera jefe de prensa del que fuera primer ministro británico, Tony Blair, se ha decidido a sacar a la luz parte -gracias al arte de la autocensura, no todo- de sus notas durante los casi ocho años que trabajaron mano a mano. Campbell, supremo spin doctor -un término que significa algo así como creador de noticias y director de corrientes de opinión- se encontró en muchas ocasiones ocupando casi tantas páginas en los diarios como su jefe, y no todos los adjetivos que se le dedicaron pueden calificarse de agradables.
Soledad GALIANA | DUBLIN
En el blog que Alastair Campbell abrió como promoción para la publicación de sus diarios «The Blair Years: Extracts from the Alastair Campbell Diaries» ( http://88.208.209.103/blogs/blairyears/) el que fuera jefe de prensa del líder laborista intenta justificar su decisión de publicar unas páginas que ya sabe le valdrán nuevas críticas tanto desde la esfera política como desde la mediática. La agonía de Alastair Campbell no se centró en tomar la decisión sobre si publicar o no el libro, sino en qué parte de su notas iba a publicar (dos millones de palabras, según se dice). En cualquier caso, el autor espera que esos diarios «se conviertan en parte del archivo histórico de un periodo fascinante en la política internacional y británica».
Pero tanto en su libro como en su blog, Campbell sigue expresando una admiración casi reverencial por Tony Blair, «un hombre con una misión y empuje enormes, que estaba decidido a usar su largo periodo en el poder para mejorar las cosas y que ha cambiado muchas de ellas a mejor».
Alastair Campbell explica su presencia omnipotente en el gabinete de Blair como el fruto de una era en el que se asienta el poder de los medios, una situación que favoreció a Tony Blair «porque es un supercomunicador» pero que a la vez le perjudicó ya que un producto colateral a la era de las noticias durante 24 horas los siete días de la semana es que tenemos mayor cobertura de la política que nunca, pero menos comprensión y, extrañamente, menos debate político real».
En su blog, Campbell hace un repaso de los principales oponentes políticos del ya ex primer ministro, empezando por John Major y llegando hasta el actual líder conservador David Cameron. En su opinión, ninguno llega a la altura de Blair. El liderazgo de Major -primer ministro conservador en el momento en que Blair se hace con el liderazgo laborista en la oposición- fue debilitado por los propios tories, y esa división fue explotada por Tony Blair, que acusó a Major de «seguir a su partido», mientras que Blair «dirigía» el suyo.
El sustituto de Major, William Hague, y los siguientes líderes conservadores, Iain Duncan Smith y Michael Howard, se encontraron con el mismo problema que su predecesor, acrecentado por la falta de experiencia en el liderazgo.
En cuanto a David Cameron, Campbell apunta que aunque su presentación es su punto fuerte, su debilidad se encuentra en la política y considera que el actual líder laborista y primer ministro británico, Gordon Brown, no tendrá problemas para la reelección.
En su blog, reflexiona sobre los últimos días en el poder para Tony Blair e, incluso, sobre su último día en el cargo. Se muestra satisfecho con la ovación que siguió a Blair cuando abandonó la Cámara de los Comunes camino de Bukingham Palace, donde presentó su dimisión ante la reina inglesa Isabel II.
El ex-jefe de prensa describe como «maravillosamente apropiado» -en una expresión muy british- que la última pregunta de la Cámara al todavía primer ministro partiera del unionista Ian Paisley. «Cuando pienso de aquellos momentos en los que nos preocupaba Paisley y su capacidad de sacarnos del camin,o y ahí estaban, rindiéndose un homenaje mutuo por el trabajo de cada uno en el proceso de paz irlandés, uno de los grandes éxitos de TB».
De hecho, Campbell recuerda una anécdota en la primera reunión de Blair con los líderes republicanos Gerry Adams y Martin McGuinness, a quienes el recién elegido primer ministro británico recibió en la habitación dañada por un ataque del IRA en 1991 durante el gobierno de John Major. «McGuinness dijo bastante alto `Asi que esta es la habitación dónde se hizo la avería´. Todos en nuestro grupo pensamos que se refería al ataque contra Major y nos quedamos conmocionados. Después quedó claro que a lo que se refería era a las decisiones políticas que se habían tomado en esa habitación».
Irak
Pero, claro está, no todo fueron éxitos en la administración Blair, como es el caso de la invasión de Irak, y en este tema en particular, las memorias de Campbell descubren aspectos interesantes, como el hecho de que el líder laborista decidió convertir a Saddam Hussein en objetivo apenas unas horas después de los ataques del 11 de setiembre, durante un viaje en tren a Brighton. En una entrevista con el «Sunday Times», Campbell asegura que para cuando llegaron a su destino, Blair había decidido no sólo que Irak debía ser un objetivo, sino que ya había creado un vínculo entre las armas de destrucción masiva y los estados «recalcitrantes».
«TB dijo que teníamos que ayudar a EEUU, que no podían ir solos y que lo ocurrido se equiparaba en sus mentes con un ataque militar», escribe Campbell en sus memorias.
Sin embargo, los motivos y excusas para la guerra contra Irak también jugaron un papel decisivo en el futuro político de Campbell, que fue acusado por el académico David Kelly de haber modificado el contenido de un dossier de los servicios secretos británicos para justificar la presencia británica en las tropas invasoras. Kelly, que facilitó esta información de forma privada a la BBC, apareció muerto horas después de que su nombre fuera hecho público por parte de sectores cercanos a la administración británica bajo las instrucciones de Alastair Campbell. «Cuando me dijeron que habían encontrado un cuerpo, quise dimitir en ese mismo momento. Sabía lo que me esperaba. Cuando Tony me llamó desde el avión le dije, `mira Tony, lo quiero dejar´», afirma Campbell, que asegura no haber conocido a Kelly a pesar de haberse convertido sin darse cuenta en parte de su vida y su muerte. «De alguna manera, siempre estará conmigo», afirma Campbell en sus diarios.
De Yeltsin a Clinton
El jefe de prensa de Blair, conocido por su lenguaje colorido y formar opiniones sobre todas las cuestiones, también deja sitio en sus diarios para sus impresiones sobre los líderes políticos internacionales, como Boris Yeltsin y su afición a la bebida -«se produjo una llamada telefónica en la que Tony no consiguió entender que intentaba decirle»-, George W. Bush, Bill Clinton o José María Aznar. Campbell recuerda como Bush hizo una donación a la organización contra el cáncer de Campbell. El presidente estadounidense reveló que una de sus hermanas murió a los tres años a consecuencia de leucemia.
Por lo que respecta a Bill Clinton y el escándalo Lewinski, Tony Blair se mostró comprensivo y habría afirmado ante Campbell que «todos los líderes necesitan relajarse, y para Bill esa era la forma de relajarse».
En cuanto a Aznar, Campbell recuerda su oposición a que Blair acudiera a la boda de la hija del entonces presidente español, una celebración que calificó como «ridícula» ya que Aznar actuaba «como las familias reales». El asesor del primer ministro británico recuerda cómo el presidente español insistió en el vínculo trasatlántico durante la Cumbre de las Azores y cómo en sus comunicaciones con Blair comentaban su respectivos problemas de popularidad.
Algunos críticos han afirmado que las notas de Alastair Campbell no hacen sino confirmar lo que todo el mundo ya sabe. Muchas de las expresiones y alusiones utilizadas en relación a los líderes mundiales son, en realidad, tópicos.
Oficialmente, el trabajo de Campbell era el de tratar con la prensa, pero esa relación llegó a ser realmente mala. Desde que vio cómo la prensa atacó sin piedad a su amigo Neil Kinnock, Alastair Campbell los llamó «la industria de los charlatanes».
Muchos analistas políticos han mostrado su sorpresa por la decisión de Alastair Campbell de «proteger» la figura y los actos del entonces «delfín» de Blair, Gordon Brown, hoy primer ministro. Las disputas entre ambos, simplemente, no aparecen.