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Contador gana una edición convulsa
La expulsión de Rasmussen ha condicionado el resultado final de una carrera marcada de nuevo por los escándalos de dopaje por tres positivos, sobre todo el de Vinokourov, el abandono de Astana y Cofidis, un clima de sospecha y una credibilidad bajo mínimos
Unai IRARAGORRI | BILBO
Los Campos Elíseos coronaron a a Alberto Contador como nuevo campeón del Tour. El madrileño recoge el legado de Lance Armstrong, su tutor. En el podio más igualado de la historia, el talento del Discovery ha superado por la mínima a Cadel Evans y a su compañero Levi Leipheimer. Una nueva edición marcada por positivos, los de Alexandre Vinokourov, Patrik Sinkewitz y Cristian Moreni y el abandono de los equipos Astana y Cofidis, un terremoto que se conviritó en locura con la expulsión por parte del Rabobank de Michael Rasmussen.
Se preveía un Tour igualado, sin Landis, Basso y Ullrich, y lo ha sido, aunque la victoria de Contador ha sido una sorpresa. No la habría sido en 2009 ó 2010 pero sí este año. Había otros candidatos como Kloden, Vinokourov, Sastre, Evans o Menchov. Ni Rasmussen ni Contador entraban en los pronósticos. El danés encendió la mecha en los Alpes, y a la organización no le gustaba por ser sospechoso. La presión crecía hasta que el Rabobank cedió y expulso al líder y le acusó de mentir sobre su paradero en los entrenamientos previos a la carrera.
Rasmussen había batido con claridad a Contador en el Aubisque, pero el madrileño pasaba del blanco al amarillo, aunque no lo vistió hasta que llegó a la meta. Contador, un nombre limpio de cualquier sospecha a juicio de la ASO pero no para la prensa alemana y francesa; le acusan de estar involucrado en la Operación Puerto, algo que Eufemiano Fuentes desmintió cuando aseguró que no le conocía y la Federación Española se apresuró a eximirle de cualquier culpa. Es el futuro del ciclismo español, igual que Valverde, otro liberado, al contrario que otros. Ésa es la realidad.
El Discovery vuelve a dominar, y Bruyneel suma su octavo Tour en las últimas nueve ediciones, aunque desde luego la última ha sido la más convulsa.
Año tras año, la organización proclama y anuncia una edición limpia. La UCI aportó su granito de arena con la obligación de la firma de la carta ética por parte de los corredores. El invento se vino abajo enseguida por la lucha de poder entre la propia UCI y la ASO.
El primer golpe fue el positivo de Sinkewitz en un entrenamiento previo y enseguida comenzaron las sospechas en torno a Rasmussen. El ciclismo se volvía a tambalear, pero lo peor llegó después con los positivos de Vinokourov y Moreni, lo que desencadenó la retirada de Astana y Cofidis, respectivamente. Los gendarmes volvieron a cobrar un protagonismo desmesurado. Los ciclistas han vuelto a ser tratados como delicuentes. Todos son sospechosos. El colmo fue que Rabobank expulsó a Rasmussen cuando éste había sentenciado el Tour en el Aubsique. Pasó de la cima a la miseria. Sin quererlo, a Contador le llegaba el amarillo. Antes de lo previsto, y no lo ha dejado escapar ante el empuje final de Evans y Leipheimer.
Alberto Contador era el hombre más solicitado del mundo del ciclismo toda vez que la «serpiente multicolor» del Tour llegara, al fin, a la meta de los campos Elíseos, con el ciclista de Pinto capitaneando la clasificación general.
El madrileño se subió a lo más alto del podio del Tour como «el hombre más feliz del mundo», presto a cumplir un sueño de niño: vestir en París el maillot amarillo.
«Todos los sentimientos que tengo ahora son muy buenos, tenía ganas de experimentarlos en mi piel. Es un sueño hecho realidad», aseguró el madrileño de Pinto, vencedor del Tour 2007 con sólo 24 años.
El escalador de Discovery afirmó que se sentía «en el Paraíso» y dedicó el triunfo a su familia y a sus compañeros de equipo.
«Es un día extraordinario para mi familia, mis padres y mi hermano», afirmó ante la prensa congregada en las inmediaciones de los Campos Elíseos.
De todas formas, el joven madrileño se mostró muy humilde a la hora de rememorar sus intenciones al principio de la ronda gala, ya que confesó que la victoria final no era su objetivo en esta edición del Tour, donde había llegado con la intención de lograr el jersey blanco del mejor joven, maillot que, obviamente, también se llevó.
«No esperaba poder ganar un Tour tan pronto. Mi objetivo era ganar el jersey blanco pero no podía pensar que viniera con el amarillo», señaló.
La prensa, lógicamente, preguntó al flamante maillot amarillo del Tour 2007 sobre las comparaciones con otros campeones de Le Grande Boucle. A este respecto, el madrileño evitó comparaciones con otros ciclistas, en particular con el estadounidense Lance Armstrong, que corrió en el mismo equipo y estuvo acompañándolo en la contrareloj del sábado en Angouleme.
«Yo, por el momento, he ganado este Tour. Ya veremos lo que pasa en el futuro. Las comparaciones no siempre son buenas. Ahora sólo pienso en disfrutar de este triunfo y esta noche es seguro que lo vamos a celebrar», dijo.
Con la rueda de prensa avanzada, Contador fue cuestionado sobre la operación cerebral a la que fue sometido después de caerse en la vuelta a Asturias, que a punto estuvo de costarle la vida. Sobre este tema, el de Pinto confesó estar «marcado de por vida».
«Estoy marcado de por vida por esa operación de cerebro y eso también me permite saborear mejor estos momentos», señaló, con suma seriedad.
También afirmó que la victoria «se saborea más» al haberla logrado «tras la etapa de infarto» de la víspera, cuando logró conservar el maillot amarillo por únicamente 23 segundos en la general al término de la contrareloj entre Cognac y Angouleme, en la que le pisó los talones el australiano Cadel Evans y su propio compañero de equipo en Discovery Channel, el estadounidense Levi Leipheimer. De hecho, entre los tres conformaron el podio más apretado de la historia del Tour.
A. G.