CRíTICA cine
«Media Luna»
Mikel INSAUSTI
Como quiera que al cineasta, ganador por segunda vez de la Concha de Oro en el Zinemaldia donostiarra, le ha tocado hacer sus películas desde el lado iraní, lo que pretende es ilustrar los impedimentos con que se encuentran los kurdos para comunicarse entre sí, cada vez que tienen que cruzar una frontera. El simple hecho de tener que pasar a Iraq se presenta como una auténtica odisea, un duro tránsito en el que muchos se dejan la vida.
Ghobadi escoge el esquema narrativo de la película de carretera para contar el último viaje de un anciano músico del Kurdistán iraní, que sucumbirá al intento de dar un concierto en Iraq tras sufrir varias décadas de prohibición. El chofer que conduce el autobús de la orquesta tradicional formada por los hijos del patriarca, un aficionado a las populares peleas de gallos, actúa a modo de elemento desdramatizador a través del humor costumbrista. Pero hay un momento en que la película pierde el contacto con el suelo que pisa, para entregarse a una huida simbólica hacia un paraíso kurdo, un lugar habitado por una voz celestial que el protagonista sigue como una llamada del más allá. A partir de la llegada a la imaginaria ciudad de las mujeres cantantes en el exilio, «Media luna» se mueve dentro de la más pura abstracción, a fin de obtener en una dimensión espiritual todo aquello que a los kurdos les está negado en el mundo material.
La música kurda es utilizada como alegoría, en cuanto medio para huir de una realidad impedida, sin que llegue a tomar cuerpo como tal y su sonido resulte liberador por si mismo.
Intérpretes: Ismail Ghaffari, Hedieh Tehnari, Golsshifteh Farahani, Hassan Poorshirazi, Allan Morad Rashtiani, Farzin Sabooni, Kambiz Arshi, Ali Ashraf Rezai y Reza Haj.
País: Iraq, Irán, Austria, Estado francés, 2006.
Duración: 107 minutos.
Género: Drama étnico.