«Miguelín el cashero es el distintivo y la canción emblemática de la banda, la que nos hizo populares -reconoce Aianai, cantante de Potato-. Siempre nos la piden en los conciertos». Sin embargo, ésta solo será una de las muchas canciones que los gasteiztarras toquen en el concierto que ofrecen hoy a las 24.00 horas en la Plaza de los Fueros. «Es la última oportunidad de despedirnos de una manera pública y masiva de nuestros vecinos y paisanos -hace hincapié-. Siempre hemos hecho alarde de vitorianismo. Por eso, es un concierto especial y se lo queremos dedicar a los músicos de nuestra ciudad».

Entre las razones por las que Potato estará hoy especialmente emocionado con la actuación festiva es porque al escenario se subirán ex-componentes de la banda. «Todos no pueden estar, pero estarán representados de alguna manera por Frank Rodríguez, Willy Granadas y Begoña Bammatú, entre otros», adelanta el cantante gasteiztarra.

Por si esto fuera poco, la plaza de los Fueros contará con un total de cinco cámaras que grabarán lo que será a la postre un disco-libro. El material, que sumará un libro con la historia de Potato, así como videoclips y el concierto de Fiestas de la Blanca, se editará con fecha de la Feria de Durango.

Ya no queda nada y está todo dispuesto para el concierto estrella de la formación patatera más veterana de la historia del reggae y ska. Allí se darán cita dos generaciones. «Hay quien nos conoce porque nos ha escuchado en las cintas de sus padres. Piensa que en el grupo hay gente de 23 años y yo tengo una hija de 26», ríe Pedro Espinosa.

Hace menos de un mes Potato editó un mini-cd con tres canciones inéditas, con la intención «de que el público se las aprendiera y las cantase en el concierto de hoy». ¿Les habrá dado tiempo ya a aprendérsela?

Como todas las canciones son conocidas queríamos que éstas también lo fueran y la gente las cantase. Se trata de un mini-cd de edición limitada y ha supuesto la última vez en la que Potato ha entrado a grabar en un estudio.

Llevan en gira desde el pasado febrero y terminarán en diciembre tras 23 años en activo. ¿Por qué despedirse ahora, y no antes o después?

Nunca hubiéramos pensado que llegaríamos hasta donde hemos llegado por eso el nombre de la gira es «Gracias y agur». Hay que tener en cuenta que Potato ha estado tocando durante 23 años. Nunca antes había anunciado que se despedía, ahora, sin embargo, lo hace y es definitivo. Durante este tiempo han pasado unos 50 músicos por la banda y el único que se ha mantenido desde los inicios es Pako. El también está cansado de compartir viajes en furgoneta, de los ensayos, de ver gente saliendo y entrando en el grupo...Siempre ha habido un movimiento muy grande de músicos en Potato y todos ellos han aportado mucho a la banda aunque en los últimos años la aportación creativa ha ido a menos. Otra de las razones es que todo lo que empieza acaba, y lo mejor es decir adiós. Ha sido una aventura muy bonita por la cual estaremos eternamente agradecidos.

Aún así, no descartan la posibilidad de viajar a Latinoamericana el próximo año, ¿no?

En el Estado español terminamos las actuaciones en diciembre y sí que es verdad que nos interesaría viajar a Latinoamérica, siempre que sea de una manera seria y con conciertos asegurados.

Además bien sabe usted que allí también tienen seguidores. A pesar de su alarde de vitorianismo, el grupo «local» ha traspasado fronteras con su reggae. Cuéntemos aquella anécdota, por favor.

Sí, es algo que jamás hubiéramos imaginado. Nuestra música se escuchó por muchos lugares de Latinoamérica y en Perú llegó a ser número uno. Prueba de ello es que en el año 88 un peruano que vivía en un pueblecito andino, a 3,400 metros de altitud, escuchó por onda media la canción de «Rula». Casi veinte años después estábamos en Donostia, nos reconoció, nos paró y nos lo contó. Son cosas que te hacen sentir muy bien.

Potato una de las bandas de la Euskadi Tropical, ¿Cómo valora el grupo su aportación a la música vasca?

Realmente Potato nunca ha querido compararse musicalmente. Nace de una idea que promueven tres tíos que no tienen ni puta idea de música. Son analfabetos musicales que piden ayuda a un grupo de músicos que tocaban en verbenas para que les acompañen con sus ritmos. Potato por lo tanto es una banda atípica en ese sentido porque viene del punk, cuya filosofía es que cualquiera se puede subir al escenario. Potato más que música sobre todo es una actitud. Ahí esta la idea de la Euskadi Tropical. Nosotros queríamos hacer ver que formábamos parte de una Euskadi diferente, de un Euskadi tropical y libertaria. Gracias a la aportación de los verdaderos músicos la banda ha logrado calidad en estos años. No conozco una banda que tenga esta mezcolanza. Aunque realmente más que banda somos una party reggae-punk con un mensaje muy claro que siempre ha primado más que la música, aunque queda claro que la música también ha calado.

¿De todos estos años qué resaltaría usted de Potato?

La posibilidad de haber podido subir durante estos 23 años al escenario y decir lo que pensamos. Es como un sueño cumplido el haber estado con esta banda y con estos músicos a través de los que hemos hecho feliz a la gente por un instante, les hemos distraído o incluso les hemos hecho reflexionar sobre lo que decimos. Porque hemos cantado muchas cosas con claras referencias a Vitoria, «en la Cuchi, en la Zapa, en la Pinto»... pero también hemos tenido mensajes que han ido más allá de términos locales, como «todavía hay quien resiste».