La entidad que firma uno de los estudios más demoledores presentados hasta ahora con respecto a la política euromediterránea es el Instituto Universitario de Florencia y del Centro de Estudios Avanzados Robert Schumann. No cabe acusar a la citada entidad de veleidades radicales; sin embargo, el balance que presenta es del todo esclarecedor. La relación privilegiada que, en especial a partir de la muy mediatizada Conferencia de Barcelona, se trató de defender entre los países de ambas orillas del Mare Nostrum es más bien una colaboración limitada y cimentada en los intereses de la Unión Europea.

El trabajo académico remarca que la UE prioriza sus intereses, particularmente en política migratoria, y busca en general servirse de los acuerdos con los países de la orilla sur no para establecer unas relaciones más igualitarias, sino más bien para tratar de convertirles en guardias de frontera, a fin de controlar el flujo humano hacia Europa. La búsqueda del desarrollo social, la reducción del desempleo, el combate contra la brecha económica Norte-Sur, la promoción de la democracia... son algunos de los objetivos que se señalan desde Bruselas como guía de su política para la región. Pero, a la vista del informe, son sólo lemas que se olvidan una vez concluidas las pomposas cumbres euromediterráneas.