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«Un guardia civil disparó a dos metros de mi pierna» «Me dijeron que torturar era su trabajo y su especialidad, y que les gustaba mucho»

 
ARITZ SÁEZ, XANGARIN REKONDO
28/7/2007, hernani

Los dos jóvenes donostiarras fueron detenidos en un control de la Guardia Civil el pasado 28 de julio, en las cercanías de Hernani, por la noche. Tanto Sáez como Rekondo han interpuesto sendas denuncias ante el juez, que reproducimos, en parte, a continuación.

La semana pasada, el sábado 28 de julio, sobre las 22.45, cuando Xangarin Rekondo conducía el coche en dirección a Hernani acompañado de Aritz Sáez, fueron parados en un control de la Guardia Civil ubicado cerca del cruce de Galarreta, junto a un concesionario. Después de pedirles a ambos la correspondiente documentación y separarles, «en un momento dado el agente, tras apuntar todos los datos, se da la vuelta como para marcharse, para a continuación volver a girarse hacia mí -Aritz Sáez- y decir textualmente: «Espero que te reenganches, y entonces iré yo a tu casa y te voy a meter dos `tapones' en la cabeza y espero que te defiendas»». Tras esa «bienvenida» inicial, comienza para los dos un descenso a los infiernos de más de una hora y media de duración.

«Al rato viene otro agente y me dice que le acompañe. Me hace cruzar la carretera y caminar unos 50 metros monte arriba y allí me dice que me quede mirando hacia el monte». Sáez prosigue relatando que, separado con anterioridad de su amigo, comienza a escuchar ruidos provenientes como de metralletas.

«Al rato viene otro agente con Xangarin al mismo lugar y, mirando de reojo, le veo caído en el suelo y oigo también unos gritos». Poco después, tal y como recoge Sáez en su denuncia judicial, el primer guardia civil vuelve hacia el joven donostiarra y comienza a realizarle una andanada de preguntas. «Al parecer las respuestas no son de su agrado y me golpea en el pecho con la mano abierta; a continuación me golpea nuevamente con el puño cerrado, y finalmente me agarra del cuello insultándome y amenazándome con frases como «eres un maricón, un hijo de puta y a ver si me habían dado por el culo alguna vez»».

Mientras prosiguen el interrogatorio, los insultos y las amenazas, Sáez relata que «se oye un tiro». Vuelve un guardia civil que le había «mandado» contar todos los palitos de un poste eléctrico, y le espeta a ver si los ha contado todos. Sáez responde que no, que estaba muy nervioso y que «no estaba para contar palitos». Acto seguido, el guardia civil le pregunta si ha oído el disparo, le agarra del cuello y le dice «a ver si sabéis qué habéis hecho». El joven le responde que no, y el guardia civil le dice que «habéis matado a mi hermano, tengo cáncer, me quedan seis meses y me suda todo la polla», añadiendo que «el tiro que has oído ha sido para tu amigo, que está fiambre ahí». Nuevamente le agarra del cuello, le repite todo de nuevo y le obliga a subir unos 20 metros más hacia el monte.

En la denuncia de Xangarin Rekondo, éste relata el momento del disparo: «El guardia civil me dice que ponga las manos sobre la nuca y se oye como saca una pistola y, entre amenazas de otro agente, dispara a unos dos metros de mi pierna y recoge el casquillo».

Cuando Aritz Sáez llega al punto del monte requerido por el Guardia Civil que le custodiaba, el militar le enseña una bala y le grita: «¿Sabes para quién es esto? Es para ti». Acto seguido le enseña un casquillo de bala y le dice que «es la de tu amigo», y le pregunta cómo se llama él. El joven le contesta que Aritz, y entonces saca un cuchillo y empieza a marcar su nombre en una bala que, poco después, vuelve a colocar en el cargador de la pistola. Mientras sólo oye gritos y amenazas por doquier, Sáez siente un golpe que le hace caer de rodillas en el suelo. Los agentes de la Guardia Civil, al igual que le ordenaron a Xangarin Rekondo, le obligan a colocar las manos en la nuca y se repiten los sonidos de las metralletas.

Cuando ya había transcurrido más de una hora y media, la aparición de un coche en las cercanías pone nerviosos a los guardia civiles, según relatan los jóvenes, y poco después dan por finalizado el acoso.    G.M.

«Me dijeron que torturar era su trabajo y su especialidad, y que les gustaba mucho»
ARKAITZ RODRÍGUEZ, MIKEL GARAIONDO
10/7/2007, MARKINA

El joven de Donostia y el de Bergara circulaban aquel día en sus respectivos vehículos. Los dos fueron retenidos, durante dos horas, en un control de la Guardia Civil.

El pasado 10 de julio, sobre las 9.30 de la mañana, cuando Arkaitz Rodríguez circulaba en su vehículo por la carretera que une Markina con Aulesti, a la altura de una cantera próxima, la Guardia Civil le dio el alto. Acto seguido comenzaron los requerimientos y las incesantes preguntas sobre el trayecto que había realizado y hacia dónde se dirigía. No contentos con sus respuestas, ordenan a Rodríguez que pare el motor del coche, salga del mismo y se aleje unos metros. «Encontrándome mirando hacia el monte, percibí que registraban mi vehículo y oí cómo trasmitían mis datos personales a través de su radio», recoge la denuncia interpuesta ante los juzgados. Fue el preludio de dos horas, rodeado de decenas de agentes de la Guardia Civil, entre amenazas y malos tratos.
«Al cabo de un rato se aproximó de nuevo el agente que en un primer momento me pidió la documentación y me volvió a preguntar de dónde venía y a dónde me dirigía. Además, comenzó a hacerme preguntas personales», prosigue el relato de Rodríguez, que da cuenta del atosigante interrogatorio al que fue sometido. Detalla que para entonces ya se habían sumado al control otras dos patrullas del instituto militar. De nuevo las mismas preguntas, por parte de diferentes guardias civiles. «Llegó el momento en que comenzaron a hacerme preguntas sobre las causas por las que en su día fui detenido y encarcelado. Preguntas a las que respondí indicando que ya había sido juzgado y absuelto en dos ocasiones», prosigue. En ese momento se da cuenta de que la Guardia Civil para a una segunda persona, a la que él conocía.
«Después de estar con él, volvieron otra vez hacia mí, y entonces, sin que yo supiera el porqué, empezaron a empujarme, me dijeron que bajase la cabeza y acto seguido me golpearon en la cabeza. Me dirigieron amenazas de todo tipo, tales como si conocía La Salve (el cuartel de Bilbo), a ver si quería conocerlo y pasar cinco días allí, que ése –en referencia a la tortura– era su trabajo, y su especialidad, y que le gustaba mucho; que la había cagado...». «En un momento dado –continúa– me hicieron quitar el jersey y las gafas, y, al mismo tiempo que repetían una y otra vez que no hacía más que mentirles, comenzaron a darme golpes en la cabeza, en la espalda, bofetadas y también golpes en los testículos con la mano y la rodilla. Yo, aturdido, les pregunté por qué me pegaban, y ellos me respondieron: “¿Pegarte? Pero para qué te quejas, esto no es nada, ni hemos empezado; no sabes lo que te queda por delante. Si todavía no te he hecho ni marcas..”, mientras seguían los insult0s y las amenazas, y simulaban que estaba detenido». 
El relato del bergararra Mikel Garaiondo comparte también las reiteradas amenazas, insultos y golpes de la Guardia Civil.    G.M.

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