Bea Arana Ortiz e Hilario Manzanedo Gabilondo En nombre de la acampada contra el TAV
Mil gracias de corazón, Aramaio
Aunque el TAV esté en la cúspide de los proyectos más destructivos, tiene estrecha relación con otras barbaridades. Es el caso de las nuevas canteras que engullirían aún más montes para conseguir el cemento necesario
Ha finalizado en Aramaio la acampada contra el Tren de Alta Velocidad (TAV). Este maravilloso enclave nos ha ofrecido a cientos de personas el espacio y la posibilidad de reunirnos allí durante diez días. La acampada de este año ha sido la más interesante por el número de asistentes y su participación en las diferentes actividades. Hemos podido cocinar y degustar alrededor de 3.000 desayunos, comidas y cenas deliciosas mientras debatíamos cómo acumular fuerzas en la lucha contra el TAV.
De hecho, hemos puesto en práctica el nuevo modelo de sociedad que solemos reivindicar. Dejando a una lado las artimañas del imperio del dinero, hemos demostrado que la autoorganización no sólo es posible sino que va de perlas. Las más de cien personas que nos juntábamos a diario hemos tomado las decisiones de forma asamblearia alejándonos así del delegacionismo en las instituciones.
Hemos conocido los increíbles alrededores de Aramaio por medio de las marchas montañeras. Es inconcebible imaginar el hermoso valle al pie de Orixol y Amboto atravesado por un viaducto de más de un kilómetro de largo y casi 80 metros de alto. La gente de la zona no está muy contenta que digamos. Sin que nadie les haya preguntado su opinión, el proyecto y las consiguientes expropiaciones siguen adelante. La mayoría de las personas en Aramaio están convencidas de que todo esto, en vez de beneficios, les acarreara grandes perjuicios.
Aunque el TAV esté en la cúspide de los proyectos más destructivos, imbéciles y absurdos, tiene estrecha relación con otras tantas barbaridades. Es el caso de las nuevas canteras que engullirían aún más montes para conseguir el cemento necesario. La destrucción del entorno y su desertificación quedaban patentes en los alrededores de Kobate. Además dos bellos valles desaparecerían bajo los escombros de la obra.
El capitalismo es la base de toda esta destrucción. Nuestra sociedad está sometida por pequeños grupos que gestionan ingentes cantidades de poder y dinero (Bildelberg). Estos grupos económicos están por encima de pueblos y estados y usan carísimas artimañas psicológicas para llevarnos por donde ellos quieren. Las personas somos desposeídas de nuestra identidad y, una vez vaciadas, nos lanzan hacia la competitividad y el individualismo. Por medio de estos valores inducidos nos vemos alienadas y en las garras del enemigo. Dejamos de ser seres sociales para convertirnos en consumidores irracionales que se venden cada vez que compran.
Pero nosotras y nosotros también tenemos nuestras herramientas psicológicas para hacer frente al sistema. El primer paso es ser conscientes de lo que nos sucede. Después hemos de superar nuestra impotencia y nuestros bloqueos para juntar fuerzas y darnos así cuenta de que unir muchas soledades es el mejor modo de no estar solos. Sólo así podremos vencer la situación de la que antes éramos víctimas.
Más de una persona decidió no volver a usar el móvil tras conocer la contaminación electromágnética que emana. Cada vez nos rodean más aparatos emisores de ondas cuya relación con el cáncer ha sido admitida por la comunidad científica.
Conocimos asimismo el modo de organizarse de los pueblos indígenas de Oaxaca, su lucha y la represión en su contra. La gente valenciana de El Cabañal y la lucha a favor de su barrio. Hablamos sobre el modelo productivo y consumista de los países del Norte, y su huella ecológica en los pueblos y comunidades del Sur. Además de ello vimos cómo, de seguir a este ritmo, no hay modo sustituir las energías fósiles por otras renovables.
La lucha contra la autovía de Leitzaran fue compartida con el resto por cinco personas que habían tomado parte activa en ella. La puesta en común de los aciertos y fallos del momento fue valorada de modo muy positivo.
Le hicimos también una visita de denuncia a la empresa Comsa y Cycasa, instalada en Legutio. Nuestra intención no fue en modo alguno meternos con el Ayuntamiento; más bien al contrario, ya que aplaudimos la postura de ese alcalde ante las expropiaciones, ya que se negó a firmar las actas en su día.
El sábado llevamos a Gasteiz el circo del TAV a la bajada de Celedón. Uno de los personajes, el último casero encerrado en una jaula, nos mostraba lo que podría suceder de hacerse realidad este proyecto. Aún estamos a tiempo de pararlo. El mejor modo de agradecerle al pueblo de Aramaio lo que ha hecho es unirnos a ellas y a ellos en la lucha por una Aramaio sin TAV. Para que no pase ni por Aramaio ni por ningún sitio. Herriak bizirik, AHTrik ez!